El que tomó el teléfono fue el jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Y lo hizo para contactarse con importantes referentes empresarios vinculados a la hidrovía con el objetivo de sondear qué opinión tienen sobre los cambios de fondo en la licitación de la vía navegable que le propuso el expresidente Mauricio Macri al presidente Javier Milei en el famoso almuerzo post derrota electoral en la provincia de Buenos Aires.
Es más, tras esa reunión entre los dos líderes políticos se intensificó el lobby del macrismo por los cambios que impulsa en los términos y condiciones en la licitación de la hidrovía porque el primer mandatario no le cerró la puerta a la propuesta de su antecesor.
No en vano, los empresarios que cruzaron conversaciones con Francos (y le transmitieron el mensaje que no ven adecuados encarar cambios importantes a semanas de presentar los pliegos) cuentan que vieron a un gobierno no cerrado al cambio y que mantiene abiertas todas las variables. En definitiva, el futuro de la vía navegable entró como una de las piezas en las negociaciones políticas entre Milei y Macri. Y por eso, la sensación que tiene los usuarios es que el futuro dependerá de cómo quede políticamente el Gobierno tras las elecciones del domingo y la magnitud de las alianzas que necesite con el macrismo para gobernar.
En líneas generales, Macri le propuso a Milei que en vez de realizar una sola licitación por dragado y balizamiento de todo el sistema troncal de navegación, como se está armando, se divida en tres licitaciones. Dos de dragado (una en el río de la Plata y otra en el río Paraná) y una de balizamiento (para toda la traza).
En los corrillos políticos, sostienen que el interés de Macri es a pedir de uno de los interesados en el negocio, la dragadora Boskalis de los Países Bajos, que corre de atrás a Jan de Nul, la actual contratista, porque cuenta con menos infraestructura (dragas) disponibles según los términos y condiciones que propone el Gobierno, pero que sería muy competitiva si va por un solo tramo, como el del Río de la Plata que es el que más le interesa. Es por eso que siempre reclamó una división de tramos para la licitación.
No obstante, habría que ver si esa división le conviene Boskalis, porque haciendo una lectura más fina, los contrincantes más grandes son Jan de Nul (de Bélgica) y Deme Dredging (de Países Bajos), salvo que se habiliten alianzas.
Pero en caso de desdoblarse la licitación en dragado y balizamiento, como pide Macri, también habría allí otro ganador. El grupo Empea, de capitales nacionales que preside Gabriel Romero, ex socio de Jan de Nul en la primera licitación de la hidrovía a mediados de los 90, y quien confesó en la Justicia haberle pagado a la presidenta Cristina Fernández una coima para que le extiendan ese contrato hasta 2020.
Ocurrerque Emepa, que desarrolló un know how de punta en balizamiento, no puede competir sola en la licitación tal como la impulsa el gobierno, pero puede aspirar a quedarse con ese servicio en toda la hidrovía si se licita por separado.
También trascendió que otra idea sería dividir el dragado en tres tramos: una del Río de la Plata, otra hasta en el Paraná hasta Timbúes y la nueva desde esa localidad a Confluencia. Pero esa no seduce a las dragadoras ni cierra ni técnicamente, ya que desde el gran Rosario al norte es mínimo el dragado.
Quienes lo analizan al tema desde lo académico, la división tampoco cierra porque dificulta un desarrollo integral y coordinado de todo el sistema de transporte fluvial. Y por eso ponen un reparo a estas ideas.
Ahora bien: ¿Qué le respondieron los empresarios al sondeo de Francos? Que no la ven. En los puertos, la industria y la agroexportación están muy cómodo con el proceso actual habiendo realizado muchas reuniones con el gobierno para la elaboración de las condiciones y esperan las dos audiencias públicas (una el 3 y otra el 15 de noviembre) en la que se analizarán temas ambientales y se presentarán los pliegos. En ninguno de los encuentros, uno de ellos realizado en la Bolsa de Comercio de Rosario, el gobierno puso sobre la mesa la alternativa de “partir” la licitación que ahora evalúa.
El primer argumento contrario de la agroindustria exportadora al lobby de Macri es el tiempo que insumirá resetear el proceso, tanto en lo referente a las conversaciones con los usuarios como a la elaboración técnica de los nuevos términos.
A grandes rasgos, insumiría, como el proceso actual, un año (buena parte del 2026), y entre los empresarios no son muy optimistas de que políticamente se pueda llevar adelante una licitación tan importante (en todo sentido) en un clima de elecciones presidenciales como sería el 2027.
Para usuarios es fundamental que cuanto antes se pase la administración de la hidrovía a un operador privado para ganar en eficiencia, pero sobre todo para activar las urgentes inversiones que mejoren la logística (dragado, tecnología en navegación, obras complementarias) y por eso no quieren más dilaciones, mucho menos una que no ven fundamental como la que impulsa el lobby macrista.
Dilatar y retrasar los tiempos es sinónimo de mala decisión para puertos y cerealeras, y así se lo están haciendo saber a la Agencia Nacional de Puertos, el órgano que oficialmente. Y cuya respuestas, hasta ahora, fue: hay que esperar tras las elecciones.
Por el contrario, los lobbistas de Macri cuentan que hay borradores de pliegos que dejó el gobierno de Cambiemos, que ya establecían las tres licitaciones, por lo que la demora no sería tan extensa como temen las cerealeras.
Dividir la hidrovía en dos tramos también generaría complicaciones operativas, ya que los eventuales problemas con el dragado en un tramo complicaría la navegabilidad en ambos, activando pujas por quien afrontaría los costos de los inconvenientes. Además, daría por tierra los trabajosos acuerdos entre privados alcanzados, y rubricados en una histórica reunión Zárate, en temas sensibles con las secciones tarifarias, factor clave para los puertos de distintas zonas en su competencia por las cargas. Es más, habría buques que deberían pagar tres peajes. ¿Cómo se implementaría?
Pero también exponen otro argumento, que -en términos ideológicos- golpea por debajo de la cintura al ideario liberal de Milei. Es que dividir el negocio -que al gobierno le reduce la intensidad de la puja entre las dragadoras internacionales interesadas (Jan de Nul, Boskalis, Deme y Van Oord)- se reduce la competencia entre oferentes vía precios más bajos de peaje (lo que baja costos productivos), y hasta genera el marco para que puedan acordar repartirse tramos. Una práctica muy similar a la que Milei le achaca a la “Cámara Argentina de la Corrupción” y no de la Construcción.
Macri apura, los empresarios se plantan, el gobierno duda y la resolución dependerá en buena parte del escenario político post-electoral. Y es que no solo parece que se está negociando la hidrovía sino, directamente, la composición del gobierno nacional.



