De la hiperinflación al equilibrio: el plan de Werning para domar la economía argentina

El Banco Central sostiene que la inflación está bajo control y que las reservas están alineadas con las metas. ¿Podrá Argentina sostener esta aparente estabilidad mientras desmonta restricciones y busca más inversión extranjera?

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Bueno, parece que estamos empezando a sacar la cabeza del agua. En la reciente conferencia del BBVA Latin America en Londres, Vladimir Werning, vicepresidente del Banco Central, tiró la posta sobre el plan económico que, según él, logró frenar la inflación y darle un poco de aire a la economía. Y acá estamos, preguntándonos si esto es un rayo de esperanza o simplemente un espejismo en medio del desierto.

Werning explicó que el plan se basa en cuatro pilares: estabilidad interna, anclaje de políticas, impacto generalizado y, el más jugoso, los próximos pasos hacia la flexibilidad externa. O sea, básicamente, están tratando de poner la casa en orden para después abrir las ventanas y que entre aire fresco.

Según el vicepresidente del BCRA, la inflación, que el año pasado parecía que nos iba a llevar puestos, está empezando a ceder. ¿Cómo? Con un ajuste fiscal y monetario que, aunque duro, parece estar dando sus frutos. Se redujo el financiamiento en pesos, se cortaron subsidios que no servían ni para limpiarse las manos, y se recalibró el tipo de cambio. Todo esto, dicen, ayudó a frenar la subida de precios y a que la gente vuelva a confiar un poquito en el peso.

Pero, ojo, no es solo humo. Las encuestas muestran que la expectativa de inflación bajó a niveles que no veíamos hace dos décadas. Y los analistas económicos, esos que siempre tienen la posta, también ajustaron sus pronósticos a la baja. Incluso el mercado financiero está descontando menos inflación, algo que se refleja en los bonos del Tesoro.

En cuanto a la política monetaria, el BCRA redujo la cantidad de pesos en circulación, subió las tasas reales y limpió algunas contingencias que podrían haber vuelto todo al caos. Y en el frente fiscal, dejaron de financiar el déficit con emisión monetaria, lo que les permitió alcanzar un superávit primario. Eso, como diría cualquier economista serio, es clave para ganarse la confianza de organismos como el FMI.

Ahora, el desafío que viene es de aquellos: liberar los controles cambiarios y hacer que el peso argentino sea más competitivo. La idea es que, al flexibilizar el mercado de divisas y atraer inversión extranjera, la economía pueda crecer de manera sostenible. Pero, ¿será tan fácil como suena?

Acá es donde la cosa se pone picante. Porque, aunque hay avances, no podemos ignorar que las condiciones sociales siguen siendo frágiles. La pobreza sigue alta, y el mercado laboral, aunque muestra señales de recuperación, todavía está lejos de ser ideal. Los salarios reales no terminan de despegar, y eso es un problema que no se soluciona de un día para el otro.

Y acá viene la pregunta que nos hace rascarnos la cabeza: ¿podrá el gobierno mantener la disciplina fiscal sin afectar la actividad económica? Porque, como bien dice el economista Joseph Stiglitz, "la austeridad en momentos de crisis puede ser contraproducente si no se maneja con cuidado". ¿Estará Argentina caminando por la cornisa?

En fin, el BCRA está apostando fuerte a que su estrategia de estabilidad interna y flexibilidad externa va a transformar la economía en un terreno fértil para el crecimiento. Pero, como siempre, los desafíos estructurales y la incertidumbre global siguen ahí, acechando.

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