Interminable laberinto: el desafío de privatizar en la Argentina de Milei

En el centro del escenario, el futuro de Correo Argentino, ferrocarriles, hidrovía, entre otros, que tensiona la relación entre Luis Caputo y Federico Sturzenegger, figuras clave en el gabinete de Javier Milei

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¿Quién puede entender este embrollo? En el país del tango, donde los problemas parecen bailar con nosotros, hoy nos encontramos con un espectáculo más intrigante que nunca: la danza política alrededor de las privatizaciones. En el centro del escenario, el futuro de Correo Argentino, ferrocarriles, hidrovía, entre otros, que amenaza con desatar una tormenta entre Luis Caputo y Federico Sturzenegger, figuras clave en el gabinete de Javier Milei.

La tensión está al rojo vivo. Luis "Toto" Caputo, Ministro de Economía y un titiritero en las sombras, según voces internas, no quiere ceder ni un centímetro de su control sobre las privatizaciones. ¿Y quién puede culparlo? Con su primo menor y la hermana del presidente, Karina Milei, de su lado, Caputo parece tener el respaldo necesario para manejar el show. Pero, ¿qué pasa cuando aparece un Sturzenegger, que viene con un historial de choques y desacuerdos desde la época de Macri?

Sturzenegger no es cualquier adversario. Antiguo presidente del Banco Central, su llegada al nuevo Ministerio de Desregulación del Estado, un invento del presente gobierno, podría reavivar viejas rivalidades. ¿Puede Caputo permitirse perder terreno? ¿Se abrirá un nuevo frente de batalla en un gobierno que ya tiene suficientes conflictos?

Guillermo Francos, jefe del Gabinete, no ayuda a calmar las aguas. En un tono imperativo, ha pedido a los diputados que reintegren las empresas mencionadas en las privatizaciones. La oposición no está feliz y la tensión en el Congreso es palpable. Francos niega acuerdos con la oposición sobre este tema y empuja a los legisladores a tomar decisiones rápidas, dejando poco espacio para la negociación.

Y mientras estos titanes luchan por el poder, los argentinos miramos, algunos con desdén, otros con preocupación. ¿Qué significan estas privatizaciones para nosotros? ¿Realmente pueden cambiar el curso de la economía? O, peor aún, ¿serán otro capítulo en la larga saga de promesas incumplidas?

Los empresarios están al tanto y muchos se preguntan si vale la pena invertir en un país donde el tablero de juego cambia constantemente. Sin embargo, algunos ven oportunidades. La reducción de Bienes Personales, propuesta por Milei, podría ser un incentivo para los que tienen capital en negro y desean blanquearlo. No es un secreto que Argentina necesita inversiones y, con la rebaja de este impuesto, el gobierno espera atraer dinero fresco.

El Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) también ha sido tema de debate. Con modificaciones recientes para dar más participación a las pymes y empresas nacionales, el gobierno parece estar buscando un equilibrio. Pero, ¿será suficiente para calmar a todos los actores involucrados?

En el fondo, lo que todos se preguntan es si este gobierno puede realmente implementar estas reformas. La historia nos dice que, en Argentina, las promesas políticas rara vez se cumplen sin tropiezos. Y con figuras tan polarizadas como Caputo y Sturzenegger, uno no puede evitar pensar que estamos viendo el preludio de una batalla campal.

Mientras tanto, el consumo sigue en caída libre. Las ventas en supermercados, shoppings y autoservicios mayoristas no paran de descender, reflejando el impacto de la recesión. La situación alimentaria es preocupante; la Iglesia advierte sobre la pobreza creciente y los comedores comunitarios están desbordados. Las prepagas subirán en julio, añadiendo más peso a la mochila de los argentinos.

En medio de todo esto, se habla de la restitución del impuesto a las Ganancias y la reducción de Bienes Personales. Francos insiste en que esto es crucial para las provincias, aunque muchos se preguntan si realmente será suficiente para compensar las pérdidas fiscales.

¿Y qué hay del FMI? El Fondo Monetario Internacional sigue metiendo mano en nuestra economía, esta vez pidiendo "nivelar la cancha" entre bancos y fintech. Una demanda que, aunque razonable, solo añade más leña al fuego en un contexto ya inflamado.

En un país donde la política es tan impredecible como el clima, la pregunta sigue siendo: ¿Podrán Caputo y Sturzenegger encontrar un terreno común? ¿O veremos otra vez cómo las ambiciones personales e internas políticas terminan saboteando lo que podría ser una oportunidad de oro para nuestra economía?

Los argentinos ya estamos acostumbrados a los giros inesperados, pero la paciencia tiene un límite. En este drama sin fin, donde los personajes cambian pero los problemas persisten, queda por ver si el gobierno de Milei puede realmente hacer la diferencia. Porque al final del día, lo que todos queremos es simple: estabilidad y un futuro prometedor para nuestras familias.

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