El cerebro en modo multitarea

Vivimos en una era de hiperconectividad constante. Las pantallas —celulares, tablets, redes sociales, videojuegos— compiten minuto a minuto por la atención de niños y adolescentes. Pero el cerebro humano no está diseñado para la multitarea: cada vez que cambiamos de foco, perdemos eficiencia y profundidad cognitiva.

Estudios en neuroeducación muestran que los estudiantes que alternan entre tareas digitales y académicas retienen menos información, tienen menor capacidad de razonamiento complejo y más dificultades para mantener la motivación.
Lo mismo les ocurre a los docentes: preparar clases, contestar mensajes y atender simultáneamente a 25 alumnos dispersa la energía mental.

 La atención como habilidad que se entrena

La buena noticia es que la atención puede entrenarse. No es un don natural, sino una capacidad que se desarrolla con práctica y condiciones adecuadas.
En la escuela, esto implica diseñar entornos pedagógicos que minimicen la distracción y promuevan la presencia plena.

Algunas estrategias efectivas:

  • Comenzar las clases con una consigna de foco, breve pero clara: qué se va a aprender hoy y por qué es importante.
  • Alternar momentos de exposición con pausas activas o microactividades que reorienten la energía.
  • Limitar el uso de dispositivos durante las explicaciones y usarlos con propósito pedagógico, no como fondo permanente.
  • Incorporar técnicas de atención plena (mindfulness educativo): respiraciones, breves ejercicios de observación o silencio.
  • Trabajar la metacognición, es decir, enseñar a los alumnos a reconocer cuándo y por qué pierden la atención.

 Escuchar también es aprender

En un mundo saturado de estímulos visuales, la escucha atenta se vuelve un acto casi revolucionario. La comprensión lectora, el pensamiento crítico y la empatía se fortalecen cuando los chicos aprenden a escuchar sin interrumpir, procesar y responder.

Promover espacios de diálogo, debates guiados, lectura en voz alta o narración oral favorece esta competencia. Escuchar es también una forma de concentrarse: obliga a sostener la atención en otro, a demorar la respuesta y a construir sentido.

 Un desafío compartido

Recuperar la atención en el aula no es solo una tarea del docente: es un desafío cultural.
Implica cuestionar el ritmo acelerado en el que vivimos, los modelos de consumo digital y la lógica de la inmediatez.

La escuela, más que nunca, puede ser ese espacio distinto del mundo —donde el tiempo se estira, el pensamiento se pausa y el conocimiento se construye con calma—.
Y en esa pausa, la atención vuelve a ser lo que siempre fue: la puerta de entrada al aprendizaje.