A una semana de las elecciones legislativas nacionales donde se impuso con holgura La Libertad Avanza, el politólogo Martín D’Alessandro calificó de “incertidumbre” al estado de la política en general, tanto a nivel global como en la Argentina. Cree que también la figura del presidente Javier Milei entra bajo esa categoría de quien es “poco optimista” en cuanto a los cambios que se proponen para la segunda etapa de su mandato, al igual que la oposición (el peronismo y las fuerzas englobadas en Provincias Unidas) atrapada “en un laberinto sin salida”, según su mirada.
D´Alessandro es licenciado en Ciencia Política y magíster en Investigación en Ciencias Sociales y doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Es docente universitario, presidente de la Fundación Poder Ciudadano y ex titular de la Sociedad Argentina de Análisis Político. Junto a su colega Gustavo Dufour compiló una serie de artículos escritos por politólogos, en su mayoría argentinos y varios rosarinos, en el libro Lecciones contra la incertidumbre política II que acaba de publicar Editorial Eudeba.
Charló a solas con Rosario3.
–Usas el concepto de incertidumbre en la política en general, bien puede aplicarse a este momento a nivel global y en Argentina.
–Estamos en todo el mundo ante una etapa de incertidumbre. A nivel global hay un orden multilateral liberal que se está desarmando con las acciones unilaterales de Estados Unidos básicamente o con la irrelevancia de Naciones Unidas que nos hace pensar que el orden mundial está cambiando y no sabemos dónde va. Eso es una fuente de incertidumbre muy grande. Lo mismo pasa con la democracia como régimen, en muchos países está siendo erosionada y hay descontento en la población, vemos esta crisis y no sabemos cómo se va a resolver ese problema y eso es otra fuente de incertidumbre. En Argentina también estamos en un escenario incierto, que Milei sea presidente es la expresión que estamos frente a una derrota de la política tradicional y la de los partidos, con discursos y modales que con Milei empieza a generarse un quiebre. Es un presidente outsider, un personaje disruptivo, que está cambiando algunas cosas del funcionamiento de la política, y eso genera incertidumbre. Tanto en el plano global como en el institucional de la Argentina estamos frente a cosas desconocidas que causan un poco de angustia y temor.
–Con los resultados electorales del domingo pasado, ¿hay menos incertidumbre entonces?
–Pareciera ser que sí. Un mes antes estábamos ante una crisis económica y una corrida que no sabíamos dónde íbamos a terminar, una crisis política por la que se había empezado a hablar de juicio político o de renuncia del Presidente y asamblea legislativa, un descalabro político y económico que parecía estar a la vuelta de la esquina. Las elecciones con el triunfo del partido de Milei disipan un poco esos fantasmas más terribles de la ingobernabilidad. Hay que ver cómo se tramita éste triunfo; si vamos como parece hacia una política de acuerdos y negociaciones parlamentarias para sacar algunas de las reformas que se prometen, o si por el contrario priman los déficits del gobierno: aislamiento e insulto, y por otro lado deficiencias en el manejo de la gestión como por ejemplo la improvisación política o la poca solidez del programa económico. No sabemos si van a desaparecer todas esas dimensiones, es quizás una nueva incertidumbre. Tenemos que esperar, más allá de los efectos inmediatos de la elección, para ver los resultados más mediatos, si habrá cambios de estilo o de gestión o de orientación. No sabemos si van a ocurrir.
–¿Cómo lo ves a Milei? ¿Es alguien que se muestra como tal o en el fondo es un verdadero estratega?
-Hasta ahora ha mostrado las dos caras. La del irascible rockstar, un poco adolescente y voluntarista, que insulta a todos y no quiere negociar con nadie, y llena las listas de candidatos de su partido con personas que son verdaderos analfabetos políticos. Pero por otro lado mostró sentido del pragmatismo al poner gente de la casta en el gobierno. Por eso también es incertidumbre. Como ha mostrado diferentes caras, todavía sigue siendo una incógnita. El gobierno es él, no hay un equipo de técnicos que viene preparándose desde hace tiempo para implementar un programa. Cuando el gobierno es él, depende de su personalidad. A pesar de las ambigüedades, sabemos que no es un político tradicional, no es un negociador, es un fanático e intolerante. No me animo a decir qué es lo que va a pasar, a pesar de que tengo mis sospechas pesimistas. Pero la política siempre es imprevisible y Milei también. Me quedo con un piadoso signo de interrogación.
–¿La oposición también genera incertidumbre?
–Evidentemente. Hay dos oposiciones. Una es el peronismo que mientras siga teniendo a Cristina (Fernández) en un rol importante no va a poder renovarse, no solo refrescar sus ideas o su contacto con la sociedad sino generar nuevos líderes, un nuevo relato o una nueva promesa. Si sigue Cristina, el peronismo seguirá polarizado y sin poder ofrecer nada nuevo, sólo el recuerdo. Al mismo tiempo, esta traba de la longevidad política de Cristina es la excusa perfecta para que la política moderada no tenga éxito, para que los proyectos no K se radicalicen y justifiquen esa radicalización con la amenaza del riesgo kuka o del regreso del kirchnerismo. La fortaleza de Cristina aún estando detenida alimenta el fanatismo anti kirchnerista que sigue siendo muy fuerte. La experiencia K fue muy potente, generó mucha adhesión como así también mucho rechazo. Este estado de parálisis del peronismo –actor principal, el Júpiter, el actor más grande que regula el sistema solar de la política– regula además el movimiento de las terceras opciones. Y ésa es la otra oposición, las fuerzas del centro o moderadas, y el domingo pasado a las fuerzas moderadas representadas por Provincias Unidas (PU) les fue muy mal porque caen en el juego de la polarización. Si la alternativa a Milei es que vuelva Cristina, muchos lo votan igual a pesar de que no les guste. Si estuviera el juego político más abierto, una oposición al estilo PU podría tener una mayor aceptación y generar una opción más racional para el próximo turno presidencial. La oposición está trabada, tanto el peronismo como las otras fuerzas, en un laberinto que no puede salir y no tiene nada para ofrecer.
–¿Milei ganó algo más que una elección el domingo pasado?
-Ganó un poco de misticismo, de ese carácter especial, casi de mito, como las figuras extraordinarias que están a punto de morir y sacan un gol con la mano. Encima con el apoyo de Estados Unidos fue como si consiguiese un gol contra los ingleses y ganó una elección casi perdida. En todo hay algo de lo mítico del personaje que este triunfo inesperado le hizo ganar. En un plano más terrenal ganó diputados, senadores, un escudo legislativo, y el tercio en ambas Cámaras que impiden un juicio político; y eso es importante. Y ganó tiempo porque hasta ahora no era bueno en el manejo de la cosa pública y seguramente enfrentará nuevos problemas el año que viene, pero sin el agua al cuello como hace un mes; y eso en política vale oro muchas veces.
–¿Crees que ésta coyuntura es similar a la del 2017 cuando Mauricio Macri era presidente?
–No sabemos. Lo que sí sabemos es que las elecciones legislativas no son buenas predictores de las elecciones presidenciales subsiguientes. Y esa experiencia de Macri dice eso, incluso había sacado más votos (que Milei este año). No necesariamente tiene que pasarle lo mismo a Milei. Pero tampoco por haber ganado va a ir derecho a la reelección. Faltan dos años, que son dos siglos en la Argentina.
–¿Cuál es el aporte que intenta hacer el libro?
-El interés del libro es dar herramientas para hacer análisis político despegado de la pasión y la temperatura del día a día. Muestra las formas en las que razonan los científicos que estudian la política. Es una invitación a analizar la política de una manera fría, basada en datos y teorías, que es lo que pretendemos hacer los politólogos. El debate en el café defendiendo camisetas va por atajos que no ayudan en la sistematización del pensamiento. Argentina necesita diagnósticos buenos y certeros construidos con paciencia, con mucha investigación, conocimiento y datos. Este libro pretende contribuir para que mucha más gente pueda abrirse y conocer cómo se construye y se aplica un análisis político de éste tipo. Por eso lo abrimos al lector interesado en las preocupaciones y formas de pensar que tienen los profesionales que hacen análisis político.



