Muchas personas optan por el vapeo como una alternativa al tabaco tradicional en pos de abandonar el consumo del mismo. Sin embargo, terminan consumiendo ambos productos. Así lo determinó un nuevo informe español elaborado por el Comité Nacional Para la Prevención del Tabaquismo y el Grupo de Abordaje del Tabaquismo de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria junto al Instituto Salud sin Bulos, que rompe con mitos y fake news.
Para los expertos, vapear "conduce a una dependencia permanente de la nicotina y, en algunos casos, los cigarrillos electrónicos son más adictivos que el propio tabaco". En este aspecto, despejan dudas por medio de diez mitos vinculados al vapeo y la salud:
-Vapear es una alternativa sana a fumar cigarrillos: Los cigarrillos electrónicos o vapeadores se caracterizan por el calentamiento del líquido que contienen, produciendo un aerosol, no vapor. La mayoría contienen nicotina y mantienen la adicción, cuyo grado dependerá de los ingredientes de sus cartuchos y del sistema de calentamiento, siendo difícil predecir el nivel de adicción por la gran heterogeneidad de estos productos.
Asimismo, la distinta concentración de tóxicos respecto al cigarrillo convencional no significa menos riesgo a corto, medio y largo plazo. Los efectos aditivos y las consecuencias respiratorias y cardiovasculares a corto plazo pueden ser similares a las del cigarrillo convencional.
-Es un producto para adultos fumadores: Según los estudios, los menores que usan cigarrillos electrónicos tiene 6,3 veces más probabilidades de ser fumadores y 5,7 de convertirse en adictos al cigarrillo electrónico.
-Solo es vapor de agua inofensivo: Uno de los mitos del vapeo es que es vapor de agua, pero en realidad es un aerosol que contiene diferentes tipos de sustancias adictivas, compuestos orgánicos volátiles, aldehídos o disolventes, carcinógenos y partículas.
-Contiene un 95% menos de tóxicos que el cigarrillo de combustión: Recientemente se han revisado un total de 107 estudios que han analizado los riesgos de los cigarrillos electrónicos. La conclusión es que a nivel de enfermedades cardiovasculares, respiratorias, metabólicas y de cavidad oral presentan un 20% menos de riesgo. Pero, como el contexto más frecuente es el consumo dual, el riesgo se incrementa en estos casos un 30% respecto a estas enfermedades.
-Se recomienda su uso para dejar de fumar: Según los expertos, un análisis superficial de los estudios nos sugiere que bajo asesoramiento puede ayudar en algún caso a dejar el tabaco, pero la cuestión es que son productos recreativos no productos sanitarios ni terapéuticos. Hay más de 400 marcas y miles de líquidos diferentes y no están estandarizados, ni homologados, ni validados como un medicamento. Además, ni la presencia o ausencia de nicotina ni las cantidades de la misma es fiable.
Las personas pueden dejar de fumar de muchas maneras y también con acupuntura, laserterapia, homeopatía y cigarrillos electrónicos, pero eso no convierte en recomendables estas técnicas sin evidencia científica. En el 75% de los casos se deja sin ningún tipo de ayuda y, en el otro 25%, dejan en su mayoría con consejo médico y sanitario y con fármacos de evidencia científica contrastada (terapia de nicotina, bupropion, vareniclina y citisiniclina). Sin embargo, de los que lo intentan por sí mismo solo lo consigue un 3% y los que buscan ayuda médica y sanitaria lo consiguen en un 25% por término medio.
Los especialistas señalan que el vapeo conduce a una dependencia permanente de la nicotina y que la evidencia más reciente indica que hay una muy débil relación entre uso de cigarrillos electrónicos y dejar de fumar.
-Las personas que usan los cigarrillos electrónicos dejan de fumar: Como se señala en el informe, la sucesión de acontecimientos recalca que la mayoría de personas que usan cigarrillo electrónico para dejar de fumar acaban haciendo un consumo dual. En Estados Unidos afecta a un 93% de los que vapean, en Francia al 83%, en Nueva Zelanda al 63% y en España y el Reino Unido, al 60%.
El consumo dual, lejos de reducir el riesgo de enfermedades respiratorias, aumenta, especialmente en adultos jóvenes incrementando la dependencia y reduciendo las posibilidades de cese total de consumo de tabaco y nicotina. Además, los fumadores que se pasan al vapeo tienen el doble de recaídas al cigarrillo convencional que aquellos que dejan de consumir cualquier tipo de nicotina.
-Los sabores en los líquidos del vapeo son seguros porque son usados en alimentos: Los sabores que son seguros para ingerir no necesariamente son seguros para inhalar. La inhalación de ciertos compuestos puede causar daño pulmonar y otros problemas de salud. Los saborizantes no son extractos naturales de frutas ni de caramelos, son productos químicos que imitan esos sabores y algunos, como el diacetilo, es tóxico directo.
Cuando un producto que puede ser inocuo por vía oral, se calienta, se descompone en varios productos químicos de toxicidad a menudo desconocida que pasan a la sangre a través de los pulmones. Nuestros pulmones están diseñados para respirar oxígeno, no aerosoles tóxicos.
-Los cigarrillos electrónicos no afectan al rendimiento físico: La nicotina y otras sustancias en los cigarrillos electrónicos pueden afectar la función cardiovascular y pulmonar, reduciendo el rendimiento físico y la resistencia. La nicotina aumenta la frecuencia cardiaca en reposo y en actividad por lo que incrementa el riesgo de ataque cardíaco agudo.
-Los cigarrillos electrónicos no necesitan regulaciones estrictas: Debido a los riesgos para la salud asociados con los cigarrillos electrónicos, es importante que estos productos estén sujetos a regulaciones estrictas para garantizar la seguridad del consumidor y prevenir el acceso de los jóvenes.
-El aerosol del vapeo no perjudica a los demás: Otro de los mitos es que el vapeo no perjudica a los demás. El aerosol del vapeo tiene picos de partículas y tóxicos menores a los del tabaco. Sin embargo, esos picos alcanzan concentraciones entre 500 y 800 microgramos por metro cubico inaceptables en un espacio interior. Los límites de contaminación por PM 2,5 en el aire se sitúan en torno a 10 microgramos por metro cúbico por lo que el aerosol del cigarrillo electrónico multiplica en algún momento por 50–80 veces estos niveles de contaminación.
Fuente: EFE.