Si alguna vez se soñó con soplar la velita número 100, hay buenas noticias. No debe dependerse ni de generosas dosis de suerte o de fórmulas secretas. Según expertos, la longevidad está al alcance de quienes priorizan cinco grandes prácticas en su día a día.
La primera clave es la alimentación. Estudios vinculados con las llamadas “Zonas Azules” (regiones del mundo con mayor concentración de centenarios) apuntan a dietas ricas en plantas, legumbres, nueces y granos enteros, además de limitar la carne roja, los alimentos procesados y los azúcares refinados. En tal sentido, incorporar hábitos alimenticios basados en la tradición mediterránea parece ser un buen punto de partida.
La segunda práctica es moverse muchas veces a lo largo del día. No basta con una rutina de ejercicio tradicional, sino que conviene aprovechar todo tipo de oportunidades para activarse. Desde contestar una llamada caminando, hasta subir escaleras, hacer labores domésticas, salir en bici. Según expertos, cada pequeño movimiento cuenta y favorece la salud cardiovascular, la fuerza muscular y el bienestar general.
Asimismo, la vida saludable va más allá del cuerpo, ya que también involucra mente y relaciones. Las personas que tienen una filosofía o creencia que les da sentido a la vida viven en promedio más años. Del mismo modo, cultivar relaciones positivas, auténticas y duraderas (amigos, familia, comunidad) contribuye a la felicidad y, por ende, a una vida más plena y duradera.
Finalmente, los investigadores subrayan dos hábitos que a menudo pasan desapercibidos. Uno de ellos es tener un propósito definido y, el segundo, es no dejar de aprender. En regiones como Okinawa (Japón), parte de las Zonas Azules, existe el concepto de “ikigai”: encontrar aquello que te hace levantarte cada mañana. Quienes lo aplican tienden a vivir hasta ocho años más que quienes no lo hacen.
De este modo, no es necesario esperar a un “gran” cambio para prolongar la vida. Incorporar cinco hábitos sencillos pero consistentes (buena alimentación, actividad constante, creencias que den sentido, relaciones cuidada y aprendizaje continuo) abre la puerta a una vida no solo más larga, sino también más rica, saludable y vibrante.
Fuente: GQ.



