El enfrentamiento entre Juan Sebastián Verón y la AFA tiene un nuevo capítulo. Como un primer paso hacia una nueva modalidad en algunos clubes del fútbol argentino, el magnate norteamericano Foster Gillett hará un desembarco financiero enorme en Estudiantes de La Plata. 

Gillett, que estuvo de visita en el estadio Uno y vio el partido de los de La Plata ante Boca por la Liga Profesional, tiene decidido hacer una gran inversión económica para potenciar distintas áreas del club. Se habla de unos 120 millones de dólares, una cifra exorbitante para el fútbol argentino.

La idea no solo es potenciar el plantel profesional para ubicar al Pincha en el plano internacional durante los próximos años, sino que también promete una gran mejora del fútbol femenino.

Además, dentro del acuerdo entre Verón y Gillet también se contempla que la inyección económica permita refaccionar el Estadio UNO. También permitirían renovar la infraestructura del polideportivo y del Country de City Bell, en donde se concentran la mayor parte de las actividades de las juveniles del club. Además, se habló de la construcción de tres centros de alto rendimiento.

Quién es Foster Gillett

 

Llegó al país por primera vez para reunirse con integrantes del Gobierno Nacional (El secretario de Ambiente, Turismo y Deporte de la Nación, Daniel Scioli, la diputada libertaria Juliana Santillán y el empresario Guillermo Tofoni), para impulsar la idea de implementar las Sociedades Anónimas Deportivas, aunque esta incursión en La Plata no sea de ese modo.

Gillett formó parte de la dirección de Liverpool y no dejó buenas referencias, al finalizar su paso por el fútbol inglés con muchas deudas. Además, fue demandado por una escudería del NASCAR y, a pesar de intentarlo en reiteradas oportunidades, no lo dejaron comprar otros clubes en diversas instituciones europeas.

El magnate que hoy llega al fútbol argentino integró la junta directiva que gerenció al Liverpool: en 2007, su padre George Gillett junto a Tom Hicks compró la institución por 500 millones de libras esterlinas y estuvieron en el mandato hasta octubre de 2010. La gestión se convirtió en "una pesadilla para los aficionados", según relató Mirror, debido a las promesas incumplidas y a las deudas que dejaron en su salida, de cientos de millones de libras.

Al momento de su salida, el directorio de Liverpool aprobó la venta al fondo NESV (New England Sports Ventures), pero Hicks y Gillett se oponían, ya que consideraban que la oferta era demasiado baja, por lo que acudieron a la justicia británica, que falló en contra de los empresarios y no pudieron detener la venta.

Gillett y Hicks fueron acusados de no cumplir en la construcción un nuevo estadio y de despojar al club de activos, además de no conseguir ningún título deportivo y de dejar al equipo en zona de descenso.

En ese momento, la BBC calificó a la gestión como "un fracaso". "El club nunca había estado tan endeudado. Menospreciaron al técnico Rafa Benítez llamando a otro entrenador y no pudieron cumplir ninguna de sus promesas: no llegaron títulos y todavía no ha empezado la construcción del nuevo estadio en Stanley Park", describió el medio.

Por otro lado, Foster Gillett intentó comprar una parte mayoritaria del Hearts FC de Escocia en 2020 y fue rechazado: el empresario intentó ponerse en contacto con la propietaria de ese entonces, Ann Budge, pero su propuesta no fue aceptada. El acuerdo de Budge era cederle a la "Fundación de Hearts" el control del club y que la propiedad sería transferida a los fanáticos.

En tanto, en 2022 probó suerte con Francia: llegó a un acuerdo para comprar el Olympique de Lyon por alrededor de U$S 600 millones, pero las negociaciones "se estancaron", según reveló The Athletic, y finalmente John Textor se convirtió en el accionista mayoritario del club francés.

Por fuera del fútbol, Foster Gillett también hizo negocios: en 2007, junto a su padre George, se convirtieron en los dueños mayoritarios del equipo de Ray Evernham, que pasó a llamarse "Gillett Evernham Motorsports", y que competía en el NASCAR. Según información de ese momento, Gillett adquirió el equipo a través de un préstamo de U$S 90 millones, del que no pagó ni el 40% cuando los problemas comenzaron a surgir.

En 2010, los autos del equipo fueron confiscados por el equipo Roush Fenway Racing por una deuda por el uso de motores preparados por el "team". Luego, fueron varados los camiones en el Texas Motor Speedway a la espera de una inversión.