La Fórmula 1 implementará las mayores modificaciones de los últimos 12 años para la temporada 2026 de la máxima categoría del automovilismo, en la que el argentino Franco Colapinto volverá a correr para el equipo de la escudería Alpine. A través de sus redes sociales, desde la F1 anticiparon que los cambios constituirán “la mayor reforma del reglamento en la historia de la categoría”.

“Estos cambios van a sacudir el orden y crear entusiasmo, mientras entregan una competencia increíble”, escribieron en la cuenta de X del Departamento de Comunicaciones de la categoría.

Para el próximo año, la Federación Internacional del Automóvil (FIA) ideó una fuerte renovación reglamentaria que apunta a mayor imprevisibilidad de resultados, énfasis en la habilidad del piloto como factor decisivo, sustentabilidad ambiental y seguridad física.

A través de un video, la entidad mundial, que tiene a cargo la regulación técnica de la Fórmula 1, explica las novedades normativas para las próximas temporadas, destacando cuál será “el cambio más visible: la aerodinámica activa”. Desde 2026 serán móviles los alerones delanteros, como ya lo son los traseros. En las curvas estarán cerrados ambos, para conservar la adherencia a la pista gracias a la carga aerodinámica, y en ciertas rectas se aplanarán para otorgar mayor velocidad final por menor resistencia al aire. Esta posibilidad estará disponible para todos los pilotos en todas las vueltas, no solamente para aquellos que persigan a otro a no más de un segundo de brecha.

     

Otra alteración ostensible será el aspecto de los coches: serán 200 milímetros más cortos, 100 más angostos y 30 kilos más livianos y se reducirá la distancia entre los ejes, lo cual los hará más ágiles y reactivos. Las menores dimensiones los volverán menos estables, más difíciles de conducir, aunque el peso compensará en parte esa pérdida de control.

Los nuevos neumáticos, por su parte, mantendrán las 18 pulgadas, pero al ser más angostos proporcionarán menos agarre al piso.

También habrá suelos planos serán invisibles, pero también perjudiciales para la sujeción del coche al asfalto. Estos sustituirán a los largos túneles Venturi que conducían los flujos de aire debajo del chasis. Y aunque los futuros fondos restarán carga aerodinámica, otorgarán más flexibilidad de configuración.

Esta modificación expondrá más la habilidad del corredor: con un coche menos plantado sobre el pavimento, la capacidad de conducción será más definitoria.

La destreza deberá ser también estratégica, porque se incorporan tres dispositivos que deberán usar en momentos oportunos: se los accionará con el botón de “impulsar”, el de “sobrepaso” y el de “recarga”.

El interruptor de “impulsar” (“boost”) dará por un instante la máxima potencia disponible del motor y de la batería. Se podrá emplearlo en cualquier momento para atacar o defenderse, con una limitación: esa ventaja será utilizable siempre que haya suficiente carga en la batería.

El recurso de “sobrepasar” será similar al saliente DRS, pero con un mecanismo diferente. Se lo usará solamente para atacar y estará ejecutable para corredores que estén dentro de un segundo de distancia respecto al predecesor inmediato. La diferencia radicará en que, en lugar de consistir en un alerón móvil, activará una inyección instantánea de potencia eléctrica extra a alta velocidad, y además habrá un solo punto de detección de brecha de tiempo en el circuito, en lugar de los dos o tres que hubo hasta 2025. Como el DRS, será útil para sobrepasar o al menos para forzar al coche perseguido a un error o una defensa extrema que lo condicione para segmentos siguientes.

El tercer botón, el de “recarga”, permite realimentar la batería con recuperación de energía, tanto en el frenado como en el motor. Los pilotos deberán trabajar esto con su ingeniero de pista, para hacerlo en los momentos adecuados y disponer de la energía cuando más se la necesite.

     

La FIA apunta a que los conductores deban convertirse en “maestros tácticos”, lo que volverá las carreras “menos predecibles”, otro reclamo largamente sostenido por los aficionados a la Fórmula 1.

El balance de potencia será otro de los cambios, ya que se modificará dramáticamente, hasta casi 50% y 50% entre el motor de combustión y el eléctrico. El primero, el clásico, erogará 400 kilovatios, y el segundo, 350: en conjunto darán unos 1.000 caballos de fuerza.

El cuidado ecológico incluye al propio motor de combustión: en línea con el objetivo de lograr cero emisiones de carbono que se planteó la Fórmula 1, el combustible está compuesto por capturas de carbono, desperdicios urbanos y biomasa de origen no alimentario. Además, está verificado de forma independiente para cumplir estrictos estándares de sustentabilidad ambiental.