Rosario cerró 2024 con una cifra que marca un antes y un después en su historia reciente: 15.720 nacimientos registrados en la ciudad, un 8,7% menos que en 2023. El dato, por sí solo, podría parecer un número más en una serie estadística. Sin embargo, puesto en perspectiva, revela una transformación profunda y sostenida en la dinámica demográfica local. Así se desprende del informe que publicó este lunes la Dirección General de Estadística Agencia Rosario Digital.

Si se observa únicamente a las madres residentes en Rosario, los nacimientos fueron 9.671, el valor más bajo de los últimos diez años. La tasa bruta de natalidad cayó a 9,3 nacimientos por cada mil habitantes, rompiendo por primera vez el piso del doble dígito. No se trata de un fenómeno aislado ni atribuible únicamente a la pandemia: la tendencia descendente se arrastra desde 2015 y se consolida año tras año.

La Maternidad Martin, ubicada en calle Dorrego entre Rioja y San Luis. (Foto: Alan Monzón / Rosario3)
La Maternidad Martin, ubicada en calle Dorrego entre Rioja y San Luis. (Foto: Alan Monzón / Rosario3)

A este escenario se suma un dato estructural clave: el 38,5% de los nacimientos registrados en la ciudad corresponde a madres no residentes en Rosario. En 2024, 6.049 partos fueron de mujeres provenientes de otras localidades, lo que refuerza el rol de la ciudad como centro sanitario regional, pero también complejiza la planificación de políticas públicas, especialmente en salud, educación y asistencia social.

El mapa de la ciudad muestra desigualdades marcadas entre distritos. Mientras el Centro presenta la tasa bruta de natalidad más baja (6,1‰), el Oeste alcanza la más alta (13,1‰), seguido por el Noroeste (9,6‰) y el Norte (9,1‰). Estas diferencias no solo reflejan realidades socioeconómicas distintas, sino también patrones de acceso a la salud, composición etaria y decisiones reproductivas profundamente desiguales.

Maternidad más tardía

La edad promedio de las madres continúa en ascenso y se ubicó en 29,4 años, consolidando una maternidad cada vez más tardía. Los grupos etarios predominantes son los de 30 a 34 años y 25 a 29, mientras que los nacimientos de madres menores de 15 años representan apenas el 0,2%, un dato relevante desde la perspectiva de la salud pública.

Esta tendencia es homogénea en toda la ciudad, aunque el distrito Centro registra los promedios más elevados.
En términos sanitarios, el sistema público absorbe la mayor parte de los partos. El 53,5% de los nacimientos ocurrió en efectores públicos, con una clara predominancia de los efectores municipales, que atienden más del doble de partos que los provinciales. Esta relación se mantiene estable incluso cuando el total de nacimientos disminuye, lo que implica una concentración creciente de la demanda en el sistema público.

El cruce entre efector asistencial y territorio vuelve a exponer las brechas urbanas. En el Centro, el 87,2% de los partos se realiza en el sector privado, mientras que en los distritos Oeste, Noroeste y Sudoeste entre el 63% y el 75% de las madres optan por establecimientos públicos. La geografía del nacimiento reproduce, sin matices, la
desigualdad socioeconómica de la ciudad.

Datos positivos en salud neonatal

 

Desde el punto de vista de la salud neonatal, el informe presenta datos alentadores: más del 91% de los bebés nació con peso normal, y los casos de peso extremadamente bajo son estadísticamente marginales. Asimismo, la distribución por sexo se mantiene dentro de los parámetros internacionales, con 104 varones cada 100 mujeres, apenas por debajo del promedio señalado por la Organización Mundial de la Salud.

Este escenario plantea una paradoja evidente: menos nacimientos, pero mejores condiciones promedio al nacer. Sin embargo, la mejora en los indicadores sanitarios no alcanza para compensar el impacto demográfico de una natalidad en retroceso sostenido.

La serie histórica confirma que ni siquiera la salida de la pandemia logró revertir la tendencia descendente. Tras leves recuperaciones en 2021 y 2022, el 2024 consolida la baja estructural. Rosario no atraviesa un bache coyuntural, sino una reconfiguración profunda de su dinámica poblacional.

Las consecuencias de este proceso exceden ampliamente el presente. Menos nacimientos hoy implican menos población en edad activa mañana, cambios en la demanda educativa, presión sobre los sistemas previsionales y una redefinición del modelo urbano y productivo.

Rosario empieza a parecerse, demográficamente, a ciudades que ya discuten cómo sostener su desarrollo en un contexto de crecimiento natural cada vez más débil. 

Los datos oficiales no funcionan como una alarma aislada, sino como una señal persistente. La ciudad no solo registra menos bebés: está redefiniendo silenciosamente su futuro poblacional, y los números de 2024 confirman que ese futuro ya empezó.