En la obra Prima Facie, Julieta Zylberberg encarna a una abogada penalista que defiende a personas acusadas de cometer delitos sexuales. Tras vivir una situación de abuso, es ella quien comenzará a reclamar justicia. Esa transición en el personaje le permite exponer el vacío del sistema judicial frente a las víctimas de una violencia específica que es la violencia de género.
En la trama escrita por la abogada australiana Suzi Miller, la letrada dramatiza su propia experiencia. El resultado es un texto “horizontal, estremecedor y universal”, indicó Julieta Zylberberg a Rosario3.
“La obra es una experiencia de gran humanidad. Lo es para mí actuarla y para el público, que lo agradece en esta época de tanta deshumanización”, abundó la protagonista del unipersonal que se presenta este sábado a las 21, en el teatro de Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza).
Bajo la dirección de Andrea Garrote, que también adaptó la obra para las funciones en Argentina, Prima Facie es para Zylberberg una puesta “de gran demanda y despliegue físico” que “pasa por un montón de lugares” y por la que se siente “agradecida”.
Consultada sobre los puntos en común entre la pieza estrenada en Australia, en 2019, y esta versión, que viene de presentarse en salas porteñas, la actriz explicó que “lo que pasa en la obra es bien universal. Algo que resulta bastante terrible. Lo digo porque se nota que el sistema judicial tiene las mismas maneras truculentas y las mujeres sufren, porcentualmente, la misma cantidad de abusos y violencia sexual en Argentina que en Australia. Entonces, esa horizontalidad es estremecedora. Es algo siniestro”, destacó.
Respecto de los cambios, indicó que están más ligados a “el léxico y la organización del sistema en cada país”: “Mientras ensayábamos, íbamos cambiando cosas como, por ejemplo, reacciones que son más argentinas. Preguntarse ¿cómo diría esto? o ¿qué sentiría?. Se me hace difícil empatizar con alguien que dice: «Jeffery, no puedo entender esto»”.
En ese acercamiento propuesto por actriz y la directora es que, pese a la gravedad de lo que se expone, no haya "golpes bajos”: “Hicimos una apuesta para nada solemne o truculenta. Incluso, toda la primera parte tiene mucho humor”.
El sistema judicial tiene las mismas maneras truculentas y las mujeres sufren, porcentualmente, la misma cantidad de abusos y violencia sexual en Argentina que en Australia. Esa horizontalidad es estremecedora"
—Cuando comenzaron los ensayos, atravesabas el puerperio. ¿Influyó en algo ese momento en la construcción del personaje?
—Creo que los momentos en los que una está más en carne viva son buenos para la actuación. Había parido hacía muy poco y, por un lado, eso complicaba aprender letra, lo mismo que irse de casa para ensayar cuando el bebé es muy chiquito. Pero por otro lado, hay un una situación de entrega afectiva distinta. Sentís que estás más receptiva. Si bien el tiempo fue acotado, porque teníamos dos horas al día de “todo o nada”, eso hizo que vayamos al grano. Después, la obra se completa con el público. Necesariamente es así. Ahí es realmente cuando se revela la obra porque el público echa luz a lo que se vino tramando.
—En esa construcción, ¿evocaste alguna experiencia propia o cercana de abuso o violencia de género?
—Siempre que trabajás un material así te topás con experiencias de distinto tipo: propias, de amigos. Es algo que surge permanentemente en la conversación y en las sensaciones.
—¿Cómo ha sido la réplica hasta ahora?
—En las funciones, el público está bien presente, tanto cuando están más participativos o ruidosos, como cuando se corta el aire con navaja. Y después de las funciones, se me acerca un montón de gente o me escribe. Eso es emocionante.
—En cada historia de violencia sexual, concurren la subjetividad de la víctima y la objetivación de un sistema que estandariza esas situaciones, y que castiga o exonera. ¿Cómo se presenta ese dilema en la obra?
—Son casos que ves en la vida real todos los días y que conmueven. Pasa eso con las historias de mujeres abusadas y también recibo devoluciones de abogados, fiscales y hasta jueces conmovidos. Entonces, digo: “Bienvenida sea la función del arte de interpelar, de tocar una fibra más emocional”. O de tomar distancia y mirar una situación desde otro lugar. Si alguien repensó algo a partir de esta obra, yo ya estoy hecha.
Las entradas para la función de este sábado, a las 21, en el teatro de Plataforma Lavardén, pueden adquirirse a través del sistema entradaslavarden.com y en la boletería.



