La compañía Kashimà, fundada hace una década por Agustina Toia, Julia Rovere y Laura Wulfson, produce teatro, cine y literatura en la ciudad de Rosario. A lo largo de estos años, han realizado obras de teatro para toda la familia como “Leer para Creer”, “La Fábrica de Sonidos, “El País del Ignorimio”, “Flora y Fauna”, películas como “Fragmento” y “Leer para Creer- La Película” y el primer libro, “Malena”. Con el paso del tiempo, la compañía ha recorrido el país y lleva cientos de funciones realizadas en salas de teatro, centros culturales, escuelas, bibliotecas, Ferias del Libro, festivales, parques, distritos, pueblos y ciudades.
En diálogo con Rosario3, Agustina Toia, una de las fundadoras del grupo, dio detalles de la historia de Kashimà y adelantó parte de los proyectos que vienen a futuro.
-¿Cuál es el origen del nombre de la compañía?
-Kashimà es un idioma que yo había inventado con un niño cuando vivía en Italia, era un idioma inventado, como si fuera el glíglico de Cortázar (Julio), entonces hablábamos en Kashimà, habíamos inventado frases, palabras, empezó con un juego con un niño. Después, cuando con las chicas creamos la compañía, con Laura Wulfson y con Julia Rovere, yo lo propuse como nombre porque me gustaba, aparte tenía que ver con un juego con un niño. Y ahí quedó, elegimos Kashimà, y es un nombre muy poderoso. Después de diez años, imaginate que con todas las funciones que hemos hecho con niños, auditorios de mil niños, quinientos, al final de cada función todos gritan ¡¡¡Kashimà!!! es ya como un sello, hermoso.
-¿Cómo fue la génesis del grupo?
El grupo lo formamos con Julia y Laura, juntas habíamos estudiado en la Escuela de Teatro, en el 2002/2003, después yo me fui ocho años a Europa y nunca más nos habíamos vuelto a ver. Durante esos años no hicimos nada juntas, cuando yo volví nos reencontramos, y yo estaba con muchas ganas de vivir del teatro, de fundar una compañía, de trabajar de esto y de vivir de la creación. Venía con un montón de recursos, de haber estudiado idiomas, técnicas teatrales, me había formado un montón, entonces venía con toda esa vorágine y esas ganas. Así que nos juntamos con Julia y con Laura. “Leer para creer” fue la primera creación. De hecho, nunca pensamos que iba a tener una repercusión tan grande. Después la llevamos al cine en el 2016, después la convertimos en cuento junto con Listocalisto la editorial rosarina. Y bueno, la empezamos a mover por toda la provincia, jardines, Eempas, universidades, terciarios, festivales, fue una historia con la que los niños se identificaron un montón y los grandes también, hemos hecho funciones para un público completamente adulto.
-¿Crear obras para niños plantea otros desafíos en relación al teatro para adultos?
-Yo había laburado mucho para niños y es un lenguaje que me encanta, porque también me gusta esto de escribir y crear para las infancias, los mundos mágicos, la invención de mundos nuevos. Es complejo también, porque creo que es uno de los públicos más difíciles, es un gran desafío hacer teatro para niños, porque son tan auténticos, tan naturales, que si no les gusta, lo demuestran al instante. Tener la atención de un niño durante una hora cada vez es más difícil, es como un desafío hermoso. Después creamos “El País del Ignorimio”, apareció este personaje otra vez, que es el que plasma un poco los universos mágicos. Y ya dijimos este es un poco nuestro universo, así que seguimos por ahí. También hemos creado cosas para adultos, pero como que nuestro fuerte es el teatro para las infancias.
-Las puestas en escena de sus obras tienen como una estructura base o en común…
-Todas las obras tienen tres actrices, muchas mujeres en la creación “kashimanera”, que un día nos pusimos a pensar no es adrede, pero llegamos a esa conclusión. Esto de la transformación de los personajes, todas las obras tienen muchos personajes, pero son solo tres actrices en escena siempre, hasta ahora. Es como que la formación es esa, una tríada, siempre hay algo troncal, un personaje principal. Por ejemplo, en “Flora y Fauna”, Flora que es la niña, siempre es una niña un poco el motor de las historias. En “En leer para creer” es Malena. En “El “País del Ignorino”, Sofía. Las obras tienen en común el trabajo físico de la transformación de muchos personajes, de un minimalismo bastante grande, no hay tanto despliegue escenográfico sino que más bien todo es narrado físicamente, con mucha música también, son bastante musicales las obras. En general solemos hacer las músicas originales también, y tienen un mensaje por supuesto muy claro y muy concreto que llega al público adulto, llega al público infantil, y eso es muy mágico también.
-¿Qué proyectos o que nuevos desafíos profesionales se plantearon a futuro con la compañía?
-A nosotros nos gusta esto de generar contenidos teatrales, cinematográficos, y de literatura. Se viene el libro de “Flora y Fauna”, que es la obra que estrenamos a fines del año pasado. Un libro como manual de ecología porque “Flora y Fauna” es muy educativa porque habla de cada uno de los reinos y los conflictos que el reino humano tiene al respecto de los demás reinos. La megaminería con el reino mineral, la deforestación y los pooles de siembra con el reino vegetal. Hay un tratado de paz y armonía que le hacemos firmar a los niños cuando termina la función que es una maravilla porque hay niños de cuatro años haciendo la cola para firmar el tratado. Tenemos fotos de gente de todas las edades haciendo la cola, porque es lo que se les plantea, siempre hay un mensaje muy claro y queremos editar todo este material para que ellos se lleven también. Incluso como trabajamos mucho en escuelas, jardines y bibliotecas, siempre está bueno que se lleven este material. También tenemos en el tintero convertir “El País del Ignorimio” en película, como lo hicimos con “Leer para Creer” y volver a montar “La fábrica de Sonidos”, que estuvo en cartel y ahora actualmente no está, y siempre ir pensado cosas nuevas también.
“Leer para creer”, “El país del Ignorimio”, “Flora y Fauna” formarán parte de la cartelera local los sábados de mayo, junio y julio, a las 16, en la sala Cultural de Abajo de calle Entre Ríos 579.