En medio de la crisis del gobierno libertario, la Cámara de Diputados se reúne esta tarde para tratar los vetos presidenciales a la ley de financiamiento universitario y a la emergencia pediátrica. El plenario funcionará como un test sobre la supuesta metamorfosis del presidente Javier Milei, que en cadena nacional intentó mostrarse distinto, moderado, capaz de invitar a la política a construir consensos. ¿Es creíble el cambio de piel del presidente que decía combatir a las “ratas” con las que ahora se quiere sentar a negociar, que ya no pronuncia las palabras “casta” y “mandriles” y ya no llama a odiar a nadie? ¿El león se volvió herbívoro?
La calle también será parte del escenario, con una movilización multitudinaria de la comunidad universitaria frente al Congreso que tendrá sus réplicas en todo el país, Rosario incluida. El contraste será inevitable. Adentro, los diputados midiendo fuerzas; afuera, estudiantes y docentes reclamando lo que Milei les niega y ahora les promete para el año que viene, aunque con un dibujo presupuestario de imposible cumplimiento: la inflación de 2026 de ninguna manera será de 10 por ciento ni el dólar quedará clavado en los niveles actuales, como pronostica el proyecto oficial.
El “nuevo Milei”
El mensaje presidencial en el que se anunció ese presupuesto tuvo un tono inédito: para resumir no hubo insultos, sino más bien un mensaje a los mercados (el superávit fiscal no se negocia), a la política (podemos trabajar juntos) y a los sectores afectados por el ajuste más grande de la humanidad (“lo peor ya pasó”).
Milei parece haber tomado nota de un error de cálculo político que se cristalizó con el resultado electoral en la provincia de Buenos Aires y ahora busca corregir de cara a los comicios de octubre: pelearse con todos sirvió para ganar la elección, pero no para gobernar. Esa mala praxis lo tiene como principal responsable junto a su hermana Karina, que eligió enfrentarse electoralmente con 20 de los 24 gobernadores. El resultado es un gobierno aislado y con interlocutores que no tienen razones para confiar, menos aún cuando saben que Milei competirá contra ellos en algunas semanas.
Los mercados
Los mercados reaccionaron este martes con una leve mejora en bonos y acciones, pero el riesgo país se mantuvo arriba de los 1.200 puntos y el dólar firme. Milei repitió 29 veces el mantra del equilibrio fiscal, pero no despejó las inconsistencias del plan Caputo ni la amenaza de una devaluación. En síntesis: los mercados, su sostén que lo llevó a creerse el mejor presidente de la historia, quieren creerle, pero ya no le creen del todo.
La billetera y la sospecha
En paralelo, debutó Lisandro Catalán como ministro del Interior con el envío de 12.500 millones de pesos en Aportes del Tesoro Nacional (ATN) a cuatro provincias: Misiones, Entre Ríos, Santa Fe y Chaco. El gesto fue leído en clave política: cómo votarán los diputados de esas provincias y si no se trata de un intento de compra encubierta de voluntades para blindar los vetos presidenciales.
Circulan también, frente a un gobierno que ahora enfrenta serias denuncias de corrupción con el karinagate que tienen en foco a la hermana presidencial y también al presidente de la Cámara de Diputados, otro tipo de sospechas para obtener votos de diputados que se sumen a un eventual tercio de bloqueo para sostener los vetos, más posible para la ley de financiamiento universitario que para la emergencia en capacidad.
El nuevo libreto
¿Realmente Nació un nuevo Milei, moderado, empático y sensible? Difícil. Más que un cambio de rumbo, lo que aparece es un cambio de libreto. El presupuesto, de hecho, no contiene el espíritu reparador que el presidente dijo, sino más bien todo lo contrario: extiende el ajuste. Por caso, para mencionar unos pocos puntos, elimina la actualización de la Asignación Universal por Hijo (AUH), prevé un recorte de más de 150 mil pensiones de discapacidad más, y caen partidas para ciencia y obra pública.
El trasfondo
Es que el rumbo que Milei intenta corregir no es económico —el ajuste sigue intacto y va por más—, sino político. Lo que busca es recomponer un esquema de gobernabilidad que se esfumó porque hace tiempo perdió el control del Congreso, el plan económico se complica día a día y ahora se sumaron la derrota en Buenos Aires y las sospechas de corrupción que lo rodean.
La sesión de este miércoles dará una pista sobre si la política, la oposición que en su momento fue dialoguista pero se cansó del maltrato, está dispuesta a comprar la impostura de un Milei moderado o si el presidente queda atrapado en la contradicción entre el personaje que necesita ser para gobernar y el que lo llevó al poder en una época en el que se lo vio como vehículo para expresar el enojo con una clase política que durante décadas no encontró la manera de solucionar los problemas de los argentinos. El problema del presidente es que no consigue, ahora, mostrarse distinto a aquellos a los que supuestamente venía a combatir.



