Según un nuevo estudio, resulta fundamental analizar qué sucede en el organismo a escala molecular y con el paso del tiempo. Esto se debe a que se visualizó que la población envejece a un ritmo acelerado. En muchos procesos, interviene el complejo de proteínas mTOR, agente clave en múltiples funciones orgánicas, principalmente en el metabolismo.

Esta reciente investigación fue liderada por investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) de España y se publicó en Nature AgingSi bien se observaron modelos animales, los resultados pueden extrapolarse a los humanos. Se vio que, cuando la actividad del complejo mTOR aumenta moderadamente, el envejecimiento se adelanta y la duración de la vida de los animales puede acortarse hasta en un 20%.

El rol de mTOR

Debido al protagonismo de mTOR en el metabolismo, puede comprenderse por qué enfermedades relacionadas con el envejecimiento aparecen o empeoran en personas con alto índice de masa corporal, un indicador relacionado con la obesidad y la inflamación.

Asimismo, se aporta información sobre por qué la restricción calórica –un tipo de dieta asociada a una mayor longevidad en animales– puede favorecer el envejecimiento saludable, ya que ciertos genes que se activan al restringir la ingesta de nutrientes interaccionan con mTOR.

Envejecimiento prematuro en animales

El interior de las células es un continuo ir y venir de señales químicas, que se transmiten gracias a las proteínas, y mTOR es un agente clave en la comunicación celular implicada en el aprovechamiento de la energía, el metabolismo de la célula. También se sabe que influye en la longevidad, aunque aún no se entiende bien cómo.

La actividad del complejo de proteínas mTOR se regula en función de la cantidad de nutrientes disponibles en la célula. Los autores idearon un sistema para engañar a mTOR, y poder así regular su actividad a voluntad en modelos animales. Para manipular a voluntad la actividad de mTOR, el equipo se centró no en el propio mTOR, sino en la proteína que debe enviarle la señal indicadora de la cantidad de nutrientes disponibles en la célula. Los investigadores modificaron genéticamente esta proteína para lograr que "mintiera", y enviara a mTOR la señal de que hay en la célula más nutrientes de los que hay en realidad.

De esta forma, la vía de señales químicas de mTOR se activa como si los animales estuvieran comiendo más, aunque en realidad su alimentación no varíe. Cuando los animales con esta proteína, que engaña a mTOR, alcanzan la madurez, el funcionamiento de las células empieza a fallar y se detectan síntomas característicos del envejecimiento: la piel se vuelve más fina y aparecen daños en el páncreas, el hígado, los riñones y otros órganos.

Una vida un 20% más corta

Las células del sistema inmunitario acuden a repararlos, pero se ven sobrepasadas por la cantidad de daño, se acumulan y, en lugar de reparar, desencadenan una inflamación que incrementa aún más los problemas en esos órganos.

El resultado de ese círculo vicioso es que el tiempo de vida de estos animales en que mTOR trabaja más de lo normal se acorta en un 20%, lo que en la escala humana equivaldría a unos 16 años. En el estudio se buscó cortar ese círculo bloqueando la respuesta inmunitaria que causa la inflamación. El daño de los órganos mejoraba entonces lo suficiente como para ganar lo que en humanos serían unos años de vida.

Por ello, los autores afirmaron que actuar sobre la inflamación crónica es “una potencial medida terapéutica que controle el deterioro de la salud”.

Resultados extrapolables a humanos

Al actuar sobre la información que recibe mTOR, simulando un exceso de nutrientes, se actúa sobre un cambio propio del envejecimiento natural. El grupo de investigación comparó su modelo con colonias de ratones que envejecen naturalmente. Por ejemplo, la actividad de los lisosomas, que son los orgánulos con que la célula elimina y recicla sus deshechos, se reduce tanto en los animales naturalmente añosos como en los modificados genéticamente.

“Cuando hay un exceso de nutrientes resulta lógico que la célula apague la actividad recicladora de los lisosomas, porque este reciclaje se pone en marcha especialmente cuando no hay nutrientes”, aclararon. Este descenso en la actividad de los lisosomas también ocurre en el envejecimiento humano.

 

Fuente: SINC.