Según un nuevo ensayo clínico multicéntrico, dirigido por la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis (Estados Unidos), las personas con depresión grave resistentes a tratamientos que recibieron terapia de estimulación nerviosa, mostraron una mejora significativa en su sintomatología, calidad de vida y capacidad para realizar tareas cotidianas al cabo de un año.

Publicado en Brain Stimulation, el estudio contó con aproximadamente 500 participantes de 84 centros de salud estadounidense que sufrían depresión grave y no podían tratarse eficazmente con medicación u otros métodos. El estudio en cuestión representa una rama del ensayo RECOVER, la otra rama se ocupa de depresión bipolar y aún está en curso.

La investigación

Cada participante contó con un implante de un dispositivo que se encargó de estimular el nervio vago izquierdo, un importante conducto entre el cerebro y órganos internos. Sin embargo, solo se encendieron la mitad de los dispositivos. Es así que los investigadores siguieron las respuestas de los participantes a través de herramientas de evaluación validadas. Muchas medidas mostraron beneficios significativos del uso del dispositivo.

"Estos pacientes están enfermos, muchos de ellos desde hace mucho tiempo. La mayoría ya había probado cerca de 13 tratamientos que no consiguieron ayudarlos antes de anotarse en este ensayo, y habían pasado más de la mitad de sus vidas enfermos de depresión. A pesar de sostener este altísimo nivel de enfermedad, continuamos observando mejoras estadísticamente significativas y mensurables en los síntomas depresivos, la calidad de vida y resultados funcionales", sostuvieron los expertos.

En este aspecto, las mejoras observadas podrían cambiar la vida de estos pacientes con depresión grave refractaria. La depresión grave puede dejar a las personas "paralizadas por la vida", incapaces de realizar tareas cotidianas. La mejoría experimentada podría suponer la diferencia entre no poder levantarse de la cama o ser productivos e interactuar eficazmente con sus seres queridos.

Hace casi dos décadas, la FDA aprobó un dispositivo de estimulación del nervio vago para tratar la depresión resistente al tratamiento, pero su uso no se generalizó a raíz del costo del propio dispositivo y de la intervención quirúrgica para implantarlo. 

Este estudio pretende concientizar por medio de evaluar la eficacia de la terapia de estimulación del nervio vago, tanto para la depresión sola como de la combinación de la misma con un trastorno bipolar.

El dispositivo

El tratamiento con este dispositivo consiste en implantarlo, siendo similar a un marcapasos bajo la piel del pecho, con un cable conectado al nervio vago izquierdo del cuello. Así, el dispositivo emite estimulación al nervio que, a su vez, envía impulsos eléctricos a zonas del cerebro vinculadas a la regulación del estado de ánimo.

Para probarlo, los participantes continuaron acudiendo a sus proveedores de salud mental en pos de combinar este dispositivo con el tratamiento que ya se venía realizando, aunque se acordó no iniciar tratamientos antidepresivos nuevos para evaluar la eficacia del dispositivo. Los resultados se midieron en función del porcentaje de tiempo que los participantes experimentaban alivio de los síntomas depresivos.

Las personas con dispositivos activados pasaron significativamente más tiempo con síntomas mejorados que las que tenían dispositivos inactivos. Asimismo, se informaron mejoras en la calidad de vida y capacidades funcionales.

"Lo importante es que los propios pacientes informaban que sus vidas estaban mejorando. Se trata de una población de personas a las que les ha fallado un número ridículamente alto de tratamientos, incluidos aquellos agresivos como la terapia electroconvulsiva. Y no sólo dicen 'me siento un poco mejor', sino que sostienen que sus vidas tienen mejoras significativas, su capacidad para funcionar y vivir. Lo bueno de la estimulación del nervio vago es que, cuando el paciente responde, los efectos se suelen mantener", subrayaron.

Si bien las mejoras no se observaron hasta los últimos tres meses del ensayo, puesto que las mejoras potenciales de este tipo de estimulación progresan de manera lenta durante el primer año de tratamiento, el equipo continuará observando a los participantes por cuatro años más para determinar la duración de estos efectos y el beneficio final. Además, se están investigando características de pacientes que respondieron mejor al dispositivo.

Fuente: Infosalus.