El intestino cuenta con más de 100 billones de microorganismos que cumplen importantes funciones vinculadas al metabolismo, la respuesta inmune o la regulación de procesos en el sistema nervioso. En este aspecto, la microbiota conformada produce nutrientes esenciales como minerales o vitaminas, además de limitar el crecimiento de patógenos, entre otras funciones.

Según los expertos, la microbiota es un sello identitario que incluso va más allá de la huella dactilar. Es decir, las personas podrían identificarse por su propia microbiota. Por ende, a lo largo de la vida y según el tipo de dieta, si se hace actividad, si se padece estrés, si se ingieren fármacos, se condiciona a que la microbiota se altere. En una semana, de hecho, la microbiota puede modificarse tanto para bien como para mal.

Por otra parte, mantener o recuperar la diversidad y estabilidad de la microbiota ofrece una valiosa oportunidad para recuperar la salud o prevenir enfermedades.

La variabilidad de la microbiota

Hay un alto porcentaje de microbiota que se comparte con las personas con la que se convive, pudiendo variar según el tipo de convivencia y la relación establecida.

"Siempre compartimos más con nuestra madre, aunque luego esto va desapareciendo. Lo mismo sucede con mujeres que conviven en el mismo ambiente, donde se sincronizan los ciclos menstruales y, de la misma manera, cuando se comparte un mismo espacio vital se terminan teniendo semejanzas en la microbiota", explicaron.

La microbiota está formada por grupos de especies estables (autóctonas) y que son variables, pudiendo ir y venir con el contacto, con lo que se come, con el aire que se respira.

Al nacer, se comparte con la madre aproximadamente un 65% de cepas intestinales, un porcentaje que disminuye con la edad y, a los 18 años, se reduce a un 19%. Posteriormente, entre los 50 y 85 años, aún se comparte hasta un 16% de cepas intestinales con la madre.

Respecto de la microbiota oral, sucede lo contrario: el porcentaje de cepas compartidas aumenta con la edad del menor, sobre todo a partir de los 3 años. De hecho, se llega a compartir microbiota oral con hermanos, amigos y convivientes: "Llegamos a compartir hasta un 38% de microbioma oral con nuestra pareja".

Quienes no comparten un mismo techo pero sí viven en un mismo barrio comparten hasta el 8% de cepas intestinales, y el 3% de cepas orales con vecinos y otros habitantes del pueblo. 

Las mascotas también influyen

Al tener mascotas, la microbiota también se ve influida. Los niños que crecen con mascotas tienen una microbiota más diversa pero, también, una salud más fortalecida.

"Esto sucede con animales de compañía así como con animales de granja, como pasa con quienes viven en entornos rurales que se ven con una microbiota más diversa", explicaron.

Fuente: Infosalus.