Un partido político en Japón designó como líder de su espacio a una Inteligencia Artificial (IA). Albania introdujo una ministra digital para luchar contra la corrupción. Si venimos a la Argentina, durante la última campaña electoral en Ciudad de Buenos Aires publicaron un video intervenido por IA donde el presidente de un partido llamaba a no votar por su candidata una noche antes de las elecciones. Hay un diputado nacional rosarino que tiene una aplicación que recrea su imagen para atender a los ciudadanos. Y esta semana salió un candidato santafesino a prometer que va a legislar a través de la IA.
La IA ya es nos metió en todos los rincones de nuestra vida y la política no es ajena a ella. El periodista español y experto en neuromarketing, Pablo Martín Diez, se adentró en este fenómeno y analizó para Rosario3, desde Madrid, los alcances de la penetración de esta nueva tecnología en las gestiones de gobierno y legislatura como así también su uso en las campañas electorales.
Martín Diez también abordó la cuestión educativa a la que definió como la “gran piedra angular” en cuanto a la IA, desde su lugar como director académico de la Institución Educativa de Análisis, Liderazgo, Estudios Políticos y Humanismo (Aleph) y especialista en las áreas de liderazgo, gestión de equipos y de gamificación aplicada a la formación y a la política.
–La IA ya forma parte de la política y la gestión de gobierno. ¿Cuál es tu mirada al respecto?
–La IA está en todos lados, entra como el agua en la rendija. Es una buena noticia porque es una herramienta poderosa, la clave es saber usarla con conocimiento y prudencia. Es como cuando agarras un cuchillo, o es para hacer un plato de cocina exquisito o bien puedes acabar asesinando a una persona; como toda herramienta puede tener pros y contras. Como toda herramienta nueva genera atención mediática y suspicacia. Así como pasa con la IA, lo mismo ya ocurrió con las redes sociales o los videojuegos. Sí, en este caso, hay dos diferencias importantes. Una es la velocidad de adopción, la gente la usa más rápidamente que otras tecnologías, Instagram tardó mucho en tener un millón de usuarios en cambio Chat GPT lo tuvo en cinco días, es más hasta las propias empresas nos hacen utilizarlas. Por ejemplo, Google lo hace dándote resultados de búsquedas por Gemini sin necesidad que lo pidas. Y la otra diferencia es que se trata de una herramienta que tiene capacidad propia, puede superar a muchas personas generando resultados superiores intelectualmente y eso es algo revolucionario. Una grúa puede levantar más peso que una persona pero una IA puede escribir, investigar mejor y ser más persuasiva; y eso que estamos empezando.
–¿La IA puede reemplazar una tarea de gobierno o se puede legislar a través de ella?
–Te diría que ojalá, no lo vería tan mal (jajajajajaja). Es difícil, actualmente no lo creo. Sería muy arriesgado que una IA pueda tomar decisiones de gobierno. Puede ayudar a una mejor toma de decisiones, a calibrar y manejar mejor el proceso de toma de decisiones. Pero todavía estamos lejos que la IA pueda tomar decisiones. Puede que un momento llegue, aunque entramos ya en la incertidumbre. La Inteligencia Artificial General sería tan inteligente como una persona o al menos que pueda generar y programar a otras IA y hacer tareas de forma autónoma. Quizás para 2030 haya algoritmos que puedan tomar decisiones, con gran volumen de datos, más acertadas que una persona. Pero ya estamos en la ciencia ficción, relativamente próxima, no tan lejana. Y es aquí cuando entramos en la ética de la IA: cuando tomamos decisiones de gobierno implican la justicia social, la igualdad o la equidad. Por lo tanto la IA debe tomar decisiones que tengan una ideología y eso es bastante más complicado.
–La IA ya se está utilizando en las campañas electorales y es muy cuestionado su uso.
–Por desgracia se está usando de la peor forma posible, casi como un juguete maligno. Se la usa para hacer fake news, deep fakes, fotos o videos trampas, memes o burlas a otros candidatos. Y eso es como tener un auto de Fórmula 1 para ir a comprar pan. Es tener una herramienta muy potente y muy poderosa para hacer tonterías o cosas superficiales que incluso dañan a la democracia y hace que la gente tenga miedo porque se usa de un modo negativo. Un partido político podría usar la IA desde la creatividad para diseñar políticas públicas e ideas fuerzas comparativas con otros partidos del mundo o de tu país hasta ajustar mensajes a diferentes públicos objetivos ya sea regional o local, por sexo o edad, y de manera rápida. Y por supuesto, aplicarla en el análisis de datos y proyecciones estadísticas, cuantos más datos tienes pueden ayudarte a tomar mejores decisiones. No se trata que sean herramientas para manipular sino para que acercarse mejor a los votantes, con campañas de más precisión y más calidad.
–¿Hay que regular o controlar a la IA?
-El debate es muy difícil, al igual que el de los derechos de autor o la ética académica. Entramos en un mundo desconocido hasta ahora. Con la legislación ocurre lo mismo, la ley de la IA de la Unión Europa es bastante restrictiva y eso es algo que restringe a las empresas a competir con las de Estados Unidos por ejemplo donde es absolutamente libre. No hay un modelo terminado. Muchas leyes valen también para la IA, si utilizo una foto o video para extorsionarte o difamarte o estafarte, estos son delitos. Quizás un escenario nuevo se abra cuando la IA tome decisiones, habrá que ver de quien es la responsabilidad jurídica: de quien ejecuta, de quien carga los datos o de quien hizo esa IA; son debates que habrá que afrontar. El problema es que la tecnología avanza más rápido que los debates políticos y sociales. Tenemos sistemas políticos del siglo XIX, con mucha población del siglo XX, para atajar una tecnología del siglo XXI. Estas tecnologías aparecen y ponen en cuestión a las democracias y las democracias con sus lentitudes entran en contraste con sistemas autoritarios que pueden ser mucho más flexibles a las posibilidades de una IA.
El papel de la educación
–¿Cómo juega la educación en torno a la IA?
–Como siempre la educación es la gran piedra angular de todo, el gran reto es educar a los niños y a una nueva generación con una tecnología que no conocemos y que avanza tan rápido que la convierte en un reto mayor. La pregunta es qué le podemos enseñar a los niños que tenga sentido o que les sirva mañana.
–¿Hay que incorporar la IA en los diferentes niveles educativos?
–Soy bastante crítico del uso de las pantallas (celulares, ipads) porque al final han distorsionado la atención y dificultado el aprendizaje. Hay que saber dónde meter la tecnología y por qué, ya que en muchos casos leer un libro o escribir en la pizarra es más útil que la tecnología. Hay que ser capaz de saber combinar eso con la IA. Porque posiblemente con la IA se puedan desarrollar una gran cantidad de contenidos y el profesor convertirse en un gran apoyo para labores más prácticas, de trabajos emotivos o grupales y no tanto de imponer contenidos magistrales. Vamos a encontrar cosas muy innovadoras como el caso de China que tomó la decisión drástica de integrar la IA en la educación desde el primer momento hasta la universidad y todos los contenidos giran en torno a la IA.
–¿Qué estrategias desarrollar para integrar la IA a la educación si los docentes no están formados al respecto?
–Es uno de los grandes retos, bloquearla es imposible, no lo vas a poder evitar que la usen. Los niños tendrán que ser competitivos porque si no otros lo superarán. Hay que ser capaces de encontrar puntos intermedios. Eso sí, los que saben los padres es transmitir los valores de la ética, el respeto y la ayuda a los demás. Lo importante es saber qué hacer con esos, con o sin IA.
–Más allá de la educación, ¿cuál es el desafío para la sociedad en torno a la IA?
–Es importante que la gente se anime a probarla, usarla, jugar con ella y llevarla hasta el límite. El tren de la IA salió en 2022 cuando apareció públicamente, empezó a avanzar despacio y de repente va más rápido. Cuando más tardes en subirte a ese tren más difícil será con el paso del tiempo y más vas a tardar en subirte. Quizás en el futuro pueda servirte.



