El mercado de pases de River y Boca, fundamentalmente el de River, revoluciona al fútbol argentino y se pone a la par de los poderosos movimientos de Brasil, lo que los sitúa, potencialmente, como rivales competitivos para la próxima Copa Libertadores de América. Desde 2018 que ningún argentino gana la máxima competencia continental y solo dos veces, desde entonces, hubo finalistas criollos.

Se sabe que para la FIFA la competitividad va y viene y lo más importante es el negocio. Y la FIFA sabe que acalla cualquier queja por la seguidilla de partidos con plata.

El ente regente del fútbol mundial inventó el Mundial de Clubes que insuflará a las arcas de los participantes unos 30 millones de dólares. Como mínimo.

Eso provoca una desigualdad aún mayor en el fútbol argentino, que ya tenía a millonarios, xeneizes, y también a Racing (no juega el Mundial de Clubes), con tesorerías muy superiores al resto de los equipos de la liga de entrecasa.

¿Cómo hará el resto de los clubes para competir con dos instituciones que superaron los 20 millones de dólares en refuerzos y van por más?

La respuesta es la misma de siempre. La competitividad de la liga argentina asegura partidos generalmente parejos, a pesar de que en el campeonato de 30 equipos hay instituciones cuyos presupuestos representan apenas un par de salarios de los poderosos.

Lo que sucede es que esta vez parece demasiado. Boca pagó 10 millones de dólares por Alan Velasco, River algo similar por Sebastián Driussi. Curiosamente ambos provenientes de una liga menor como la MLS.

River, con la contratación de Gonzalo Montiel, a pesar de que no pasa por su mejor momento futbolístico, suma cuatro campeones del mundo: Armani, Pezzella, Acuña y Montiel. ¿Cómo competirle?

Boca contrató al vasco Ander Herrera, un crack que se puso las camisetas de Manchester United y Paris Saint Germain. A pesar de sus 35 años, es una verdadera estrella del fútbol mundial. Un futbolista de una jerarquía enorme.

Hoy también pasa que los ricos argentinos le sacan jugadores a los portentosos brasileños: Battaglia a Boca, probablemente Marchesín también. Esquivel y Galoppo a River. Zaracho a Racing.

Las diferencias con el resto de las tesorerías de estos lados del mundo son siderales y se prevé un torneo desigual, pero nada ni nadie puede asegurarlo.

Como siempre se dice, la genética competitiva del fútbol argentino y de sus futbolistas, desafía a cualquier montaña de dólares.