Ingresos Brutos: por qué es la principal condena para el consumo y la producción

El impuesto provincial IIBB recae sobre cada etapa productiva y comercial, encareciendo precios, complicando inversiones y afectando la competitividad en Argentina

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El esquema de IIBB es lo que los expertos llaman “plurifásico”: cada etapa de la cadena —producción, distribución, comercio, hasta llegar al consumidor final— tributa, y los costos se acumulan. No hay un mecanismo de crédito fiscal ni deducción de impuestos pagados en etapas previas. 

Así, lo que podría parecer una alícuota moderada —1 % a 5 %, según actividad y provincia— termina generando un “efecto cascada” que termina encareciendo dramáticamente los bienes y servicios. 

Este mecanismo impacta doblemente en costos internos: primero por el impuesto en sí, segundo por la cascada que amplifica su efecto a lo largo del proceso productivo —desde insumos hasta el bien final.

Repercusión en precios, consumo e inversión

Para muchas empresas, IIBB representa la principal carga tributaria que presiona los precios: según un relevamiento de 2025, más del 50 % de las empresas consultadas señala a IIBB como el impuesto que más impacta en los precios de sus bienes o servicios.

En un país con alta inflación y costo de vida elevado, ese encarecimiento suele trasladarse al consumidor final, especialmente golpeando a los sectores de menores ingresos. 

Además, la carga fiscal hace que empresas medianas y pequeñas reconsideren su estrategia de inversión: muchas optan por desinvertir, frenar proyectos o incluso abandonar operaciones en provincias con alícuotas más altas. 

La disparidad entre jurisdicciones 

IIBB no tiene una sola alícuota o regulación uniforme: cada provincia (y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) tiene su propio “Código Fiscal / Ley Tarifaria”, con variaciones según la actividad, escala de facturación y otros criterios. 

En la práctica, esto significa que una empresa que opera en varias provincias puede estar sujeta a alícuotas diferentes, complicaciones impositivas, demoras en devoluciones (o saldos a favor) y costos administrativos elevados. Algunos consultados señalan que los saldos a favor resultan “irrecuperables” o que demoran hasta un año en ser devueltos. 

Para productores agropecuarios, industriales o comercios, los insumos —servicios, combustible, alquileres, insumos técnicos— ya contienen este costo, de modo que el gravamen recae también indirectamente sobre su estructura de costos, aún antes de vender. 

Críticas crecientes y propuestas de reforma

Por todas estas razones —su carácter acumulativo, su impacto en precios, su carga sobre todas las actividades, su complejidad y desigualdad entre provincias— IIBB es considerado por muchos especialistas y actores económicos como “el peor impuesto” de Argentina. 

El debate público y técnico propone su reemplazo por un “súper IVA”: un impuesto al valor agregado unificado, nacional + provincial, que grave solo el valor agregado en cada etapa y evite el efecto cascada. Esto, explican, permitiría bajar la carga, simplificar el sistema, mejorar la competitividad y estimular inversiones.

Sin embargo, el reto es grande: IIBB representa una porción significativa de la recaudación de provincias y municipios, lo que complica su eliminación. 

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