Mayo de 2022. Un buzo brasileño muere y es encontrado en las costas de Newcastle, Australia, junto a una bolsa impermeable con 50 kilos de cocaína. La droga viajaba en un buque cerealero que había estado en San Lorenzo, Argentina. No es cualquier buzo: tiene un equipo sofisticado y costoso que le permite no ser advertido. Bajar a profundidades por largos períodos de tiempo y, gracias a un circuito cerrado usado para operaciones especiales y militares, no emitir burbujas. Alguien invirtió mucho dinero para equipar a ese submarino humano. Pero algo salió mal.

Noviembre de 2023. Una lancha Regnicoli 80 azul y blanca con un motor Yamaha 115 HP de cuatro tiempos es abandonada por dos personas en las costas de Puerto Norte, Rosario, sobre el río Paraná. Dejan atrás 75 ladrillos con 82 kilos de cocaína. Otros 27 kilos aparecen en bolsos negros unos 20 kilómetros río abajo. Son más de 100 kilos de droga con una pureza de entre el 92 y 94 por ciento. Tiene un sello de calidad: la foto del emblemático personaje “Tony Montana” de la película “Scarface”. Iban a ser cargados en otro barco para salir al mundo. Pero algo salió mal.

Con un año y medio de diferencia, las dos escenas en zonas muy distantes del globo forman parte de una matriz que aparece en causas judiciales y repite algunas puntas. La primera es la aparición de las costas del Paraná y los puertos del Gran Rosario como una zona neurálgica del narcotráfico global. La segunda es que, como toda empresa, el movimiento de cargamentos ilegales que suben su valor a medida que cruzan fronteras incluye imprevistos. En ese negocio, la rentabilidad es tan alta que en el camino se pierden inversiones millonarias, como equipos militares de buceo o lanchas, además de vidas humanas.

Las muertes y los cargamentos espectaculares de droga son difíciles de esconder. Esos episodios atraen las miradas de quienes deben ser burlados, como por ejemplo los agentes de los distintos Estados, las Aduanas, la DEA y otros organismos. Entonces los dueños del negocio deben pensar nuevas formas de conectar la oferta con la demanda. 

Por esa dinámica, las formas del narcotráfico mutan. En este informe basado en diversos expedientes judiciales, que consta de esta nota resumen y otras tres con más detalles por cada modalidad, se presentan algunas de las mecánicas conocidas hasta ahora en la región. 

Contaminar la carga o camuflar en barcos

 

Según las investigaciones que generaron las dos escenas descritas al inicio de esta nota, el buzo brasileño formaba parte de una banda que se dedicaba a colar droga en buques interoceánicos. Esa modalidad en naves que salieron o pasaron por los puertos santafesinos implica una maniobra difícil para eludir cualquier control portuario. Consiste en adherir en un punto de origen los bultos en un compartimento denominado “cofre o caja de mar” para retirarlos en el lugar de arribo.

Crédito: Policía de Róterdam, Países Bajos

 

En cambio, el seguimiento de las pistas que dejaron los involucrados en la lancha narco abandonada en Puerto Norte indica que iban a realizar una maniobra en un buque en rada (estacionado). La hipótesis es que iban a meter los bolsos y después ocultarlos en su interior.

Se trata de dos variantes para incorporar la sustancia prohibida al buque. Otras alternativas utilizadas por las redes globales son el “gancho ciego” por fuera o por dentro del cargamento.

La primera alternativa se dio en 2022 en la reconocida causa de la Terminal Puerto Rosario (TPR). En el puerto local, se rompieron los precintos aduaneros del container que estaba en el depósito fiscal de TPR para tirar bolsos con droga arriba de toneladas de maní. Para cerrar la maniobra, se colocaron precintos muy parecidos a los vulnerados. 

El “gancho ciego” o “rip off” por dentro implica la contaminación de la carga. Los más de 1.500 kilos de cocaína encontrados en un galpón de Empalme Graneros en agosto de 2022, evidenciaron esa mecánica. 

Crédtio: Alán Monzón / Rosario3

 

En ese caso, los ladrillos fueron introducidos en los pellets de maíz que tenían como destino final España. La droga partió en aviones desde Colombia o Perú con el logo de Louis Vuitton. Fueron movidos por las rutas hasta tres depósitos de Rosario, donde se hizo el “acondicionamiento” (ver más detalle en nota aparte). ¿Pero cuáles son y cómo funcionan esas rutas por aire y por tierra que habilitaron el arribo de esa droga a la ciudad?

Fletes que bombardean o bajan en pistas

 

En un extremo del tráfico con fletes aéreos, la mecánica es similar. Se cargan bultos con droga a un avión pequeño que parte desde Bolivia, Paraguay o Colombia, según el proveedor. Pero en el punto de destino, las variantes se acomodan a las lógicas de cada banda.

Siempre según el relevamiento realizado en distintas pesquisas, existen tres grandes modalidades para bajar las cargas en la región. Una es el descenso de la avioneta en una pista clandestina que suele ser un camino rural poco transitado.

Crédito: Policía de Santa Fe, Ministerio de Seguridad

Uno de esos viajes fue registrado por el celular de un integrante de una banda mientras esperaba en una camioneta. Fue un documento inédito y una evidencia presentada en un juicio para ilustrar cómo funciona esa mecánica (ver más detalles en nota aparte). 

Pero las aeronaves ligeras también sirven para dejar los ladrillos de marihuana o de cocaína sin necesidad de tocar tierra. Lanzar la droga desde el aire para que alguien por tierra la recoja se llama en la jerga “bombardeo”. Esa tarea ilegal existe, se da en la provincia de Santa Fe y se cobra unos 300 mil dólares por flete.

Hay una tercera variante comprobada en causas judiciales. Se ha constatado el descenso de avioneta en aeródromos con hangares o incluso campos privados, sin ir más lejos ocurrió en un country de Oliveros.

De las fronteras hasta los galpones de la ciudad

 

Una vez que la droga toca el suelo argentino desde al aire, es introducida por tierra a través de los pasos fronterizos de la región norte o las costas del río Paraná en el Litoral. A partir de ese momento, comienza un recorrido de postas que cruza caminos rurales, autopistas y rutas provinciales y nacionales. 

Los vehículos que utilizan las organizaciones criminales van desde motos de alta cilindrada, autos, camionetas y camiones que previamente fueron acondicionados para el traslado de droga. 

Crédito: Gendarmería Nacional Argentina

 

Los bultos van ocultos en compartimentos y el sistema logístico se divide en choferes, custodios y vigías que advierten sobre la presencia de controles de fuerzas de seguridad o movimientos sospechosos a lo largo del trayecto. 

En abril pasado, la Justicia federal de Rosario participó en procedimientos conjuntos con la Justicia federal de Salta contra una banda que pasaba bultos de droga de a 5 o 10 kilos a través de la frontera con Bolivia. Era “enfriada” en lugares seguros de acopio y posteriormente se los trasladaba en moto hasta el sur santafesino y territorio bonaerense por las rutas nacionales 34 y 33. 

El rol de las rutas nacionales en el tráfico terrestre quedó documentado en otra investigación ligada al clan Alvarado. Traían cargamentos de estupefacientes en camiones desde el norte argentino hacia el sur de Santa Fe. 

Otro ejemplo es el traslado de drogas en autos desde provincia de Buenos Aires y el sur de Santa Fe por la ruta nacional 33 y la autopista que une ambas jurisdicciones, que tiene documentada la Fiscalía Federal Nº 3 de Rosario. Los investigadores interceptaron a la altura de Ramallo a una célula de una banda con más de 20 kilos de cocaína que eran trasladados en auto con destino a Rosario. 

Una vez en la ciudad, la presunta estructura abastecía los puntos de venta de Los Monos en la zona sudoeste con droga que provenía de territorio bonaerense. Es decir, un camino inverso a lo visto en la mayoría de las causas, donde la droga primero pasa por Rosario y luego sigue su tránsito hacia Buenos Aires (ver más detalles en nota aparte).

Rosario3

 

En cualquier dirección, de la ruta terrestre se desprende también el último eslabón hasta los puntos del microtráfico o narcomenudeo en los barrios. Se trata de una porción menor, casi un vuelto, comparado con el dinero que mueve el gran negocio global. Sin embargo, esa venta cara a cara que parcela y se disputa los territorios genera la mayor cantidad de violencia y el drama social que se ve, por ejemplo, en las calles de Rosario.

Por eso es importante comprender la mecánica empresarial detrás del narcotráfico global y no solo reparar en los efectos superficiales visibles. Una forma de aproximarse a la verdadera dimensión y escala del problema. Aprender a ver los largos tentáculos de un negocio que se extiende por agua, aire y tierra.