La nieta de John F. Kennedy, Tatiana Schlossberg, escribió un ensayo que conmovió al mundo: contó que padece cáncer terminal y que se enteró del diagnóstico el mismo día que nació su hija. En el ensayo publicado en The New Yorker la joven reveló que uno de los médicos que la atiende le advirtió que podría llegar a tener solo “un año más de vida” debido a la gravedad de su cuadro.
“No podía creer que estuvieran hablando de mí. El día anterior había nadado una milla con nueve meses de embarazo. No estaba enferma”, escribió en el inicio del artículo. A partir del diagnóstico, la mujer atravesó múltiples rondas de quimioterapia, dos trasplantes de médula ósea —el primero con células de su hermana y el segundo de un donante anónimo— y participó en ensayos clínicos experimentales.
En septiembre, además, le diagnosticaron una variante del virus de Epstein-Barr que afectó gravemente sus riñones y la obligó a aprender a caminar nuevamente. “Me siento engañada y triste por no poder seguir viviendo la maravillosa vida que teníamos”, lamentó la periodista ambiental que está casada con el médico George Moran, con quien tiene dos hijos.
Adenás, la joven, criticó a Robert F. Kennedy Jr., sobrino de su madre y actual secretario de Salud en la administración Trump y sostuvo que las políticas que impulsa podrían perjudicar a pacientes como ella al recortar inversiones en vacunas de ARNm, tecnología que, según explicó, podría usarse contra ciertos tipos de cáncer. “Era una vergüenza para mí y para mi familia inmediata”, resaltó. En el mismo sentido, sostuvo que los recortes federales podrían afectar a la institución en la que se trata: “De repente, el sistema de salud del que dependía se volvió inestable”, lamentó.
La periodista también le dedicó unas palabras a su pareja: “George hizo todo lo que pudo por mí. Habló con todos los médicos y aseguradoras con los que yo no quería hablar; durmió en el suelo del hospital; no se enojó cuando yo estaba furiosa por los esteroides y le grité que no me gustaba la cerveza Schweppes Ginger Ale, solo la Canada Dry. Iba a casa a acostar a nuestros hijos y volvía a traerme la cena".
Por otro lado, se refirió a su familia: “Mis padres, mi hermano y mi hermana también han criado a mis hijos y han estado en mis diversas habitaciones del hospital casi a diario durante el último año y medio. Me han sostenido con firmeza mientras he sufrido, intentando disimular su dolor y tristeza para protegerme. Esto ha sido un gran regalo, aunque siento su dolor a diario. Durante toda mi vida, he intentado ser buena, buena estudiante, buena hermana y buena hija, y proteger a mi madre y nunca hacerla enfadar ni molestar. Ahora he añadido una nueva tragedia a su vida, a la vida de nuestra familia, y no puedo hacer nada para detenerla”.
También habló del miedo que siente a que sus hijos se olviden ella. “Principalmente, intento vivir y estar con ellos ahora. Pero estar en el presente es más difícil de lo que parece, así que dejo que los recuerdos vayan y vengan. Son tantos de mi infancia que siento como si me viera crecer a mí misma y a mis hijos al mismo tiempo. A veces me engaño pensando que lo recordaré para siempre, que lo recordaré cuando muera. Obviamente, no. Pero como no sé cómo es la muerte y no hay nadie que me diga qué viene después, seguiré fingiendo. Seguiré intentando recordar”, concluyó.



