Más allá de ser una representación geográfica, los mapas fueron siempre una fotografía de un momento histórico y reflejan los valores de la sociedad que los crea, según el escritor noruego Thomas Reinertsen Berg, que sostiene que en el mundo "no hay ni arriba ni abajo".
En una entrevista con BBC Mundo, el autor de Theatre of the World. The maps that made history ("Teatro del Mundo. Los mapas que hicieron historia") analizó la naturaleza política de la cartografía.
La dificultad es representar una Tierra redonda en una superficie plana, lo que obliga a tomar decisiones que nunca serán totalmente objetivas. A esto se suma la decisión de qué incluir y qué dejar fuera de la representación, un factor que siempre se puede interpretar políticamente, como cuando se oculta o se agranda el territorio de un país.
Distorsión a favor del Hemisferio Norte
Existe una distorsión histórica en los mapas que influye en la percepción global. Berg afirmó que la visión del mundo está sesgada porque los mapas suelen poner a Europa y Norteamérica en la cima, cuando en realidad "no hay ni arriba ni abajo".
Esta disposición es una herencia que se remonta a distintas épocas. Por ejemplo, en la Edad Media, los mapas ponían a Jerusalén en el centro y el Este en la parte superior. Hoy, el mapa dice que las partes importantes son Europa y Norteamérica.
La controversia de la Proyección de Mercator
Una de las representaciones más conocidas que genera polémica es la proyección de Gerardus Mercator, utilizada durante siglos. Aunque es útil para la navegación, esta proyección distorsiona el tamaño de las masas de tierra.
Bajo el esquema de Mercator, países del hemisferio norte, como Estados Unidos, lucen mucho más grandes de lo que son en realidad, mientras que países del hemisferio sur, como los de África, parecen más pequeños.
Frente a esto, han surgido alternativas como la proyección de Peters, que sí muestra el tamaño relativo correcto de todos los países. Berg la considera "muy necesaria", aunque aclara que no es más precisa que la de Mercator para otros fines, como viajar.
La distorsión, en este caso, se corrige poniendo el sur arriba, un ejercicio que hace que países como Noruega, dice Berg sobre su país, aparezcan como una "península insignificante en los confines del mundo".
El uso político de las fronteras
Los mapas se utilizan activamente con fines políticos. El escritor puso ejemplos de cómo países como Marruecos o Venezuela exhibieron mapas que incluyen territorios disputados, como el Sáhara Occidental o el Esequibo, para "despertar un sentimiento patriótico".
El escritor alertó que los mapas pueden ser una forma de victimización, utilizados para argumentar que se ha quitado territorio injustamente, avivando así el populismo. Además, recordó que las fronteras coloniales dibujadas en el pasado para África o Medio Oriente siguen influyendo en los conflictos que existen hoy en día.
La cartografía actual, por su parte, se financia en gran parte con publicidad (como Google Maps) en lugar de solo por los Estados, lo que también marca una diferencia en lo que se decide representar.



