Pese a que la primera referencia documentada en el mundo de un cigarrillo electrónico es una patente concedida en 1930 a un hombre conocido como Joseph Robinson, no fue sino hasta 2003 que un prototipo similar a un vapeador como los que conocemos hoy en día se comercializaría a gran escala: fue creado por el chino Hon Lik, un farmacéutico, inventor y fumador de 52 años.
El motivo por el cual Hon Lik persiguió la creación de un dispositivo que emulara la acción de fumar fue la muerte de su padre, también fumador empedernido, por cáncer de pulmón. Lik experimentó con diferentes sistemas de vaporización hasta dar con la fórmula que aún prevalece en la fabricación de los líquidos utilizados en los vapeadores del siglo XXI: Propilenglicol (pg) y Glicerina Vegetal (vg). Tres años después, llegarían a Europa y Estados Unidos y se pondrían de moda hasta hoy.
Pero el deseo de Hon Lik de transformar al vapeador en una herramienta que les permitiera a los fumadores de cigarrillos convencionales salir de la adicción se transformó en una trampa. En Argentina, es común ver a grandes y adolescentes usando "vapers" que lejos están de ser inocuos: además de provocar estragos a nivel cardíaco y pulmonar, el hecho de tener nicotina entre sus ingredientes y de contar con un sabor más rico que el del tabaco hacen que sea fácil entrar y difícil dejarlo.
Inhalaciones peligrosas
Los dispositivos electrónicos denominados "vapers" en realidad no producen vapor de agua: si bien los fabricantes han instalado el término sugiriendo que se trata de vapor libre de daños, en realidad lo que emiten es un aerosol que libera numerosas sustancias tóxicas y potencialmente cancerígenas, entre ellas nicotina, compuestos orgánicos volátiles, partículas ultrafinas, sustancias químicas, metales pesados como níquel, estaño, plomo y saborizantes como diacetilo.
Al aspirar, un microprocesador se activa y el atomizador calienta el líquido aceitoso almacenado en la cápsula, produciendo el aerosol que el vapeador consume. Y existen muchos tipos de vapers, desde dispositivos que imitan a los cigarrillos tradicionales hasta modelos más grandes y recargables. Hoy también hay versiones descartables y hasta otros que pueden usarse para vapear marihuana, menos frecuentes.
El cardiólogo rosarino Esteban San Dámaso advierte que “el vapeo no es inocuo” y que ya se observan daños pulmonares y cardíacos en personas jóvenes que usan estos dispositivos desde hace pocos años.
“El cigarrillo electrónico se inventó y se usó como un puente para dejar de fumar. Pero han pasado solo 20 años desde que comenzó a usarse y hoy nos estamos dando cuenta de que no es inofensivo. A lo mejor en menor medida que el cigarrillo común, dependiendo del modelo y del contenido de nicotina que tiene, pero nos estamos dando cuenta de que no es inofensivo”, señaló en Punto Medio (Radio 2).
La principal preocupación radica en que muchos adolescentes lo usan porque está de moda y además es muy fácil quedar enganchado pero difícil de abandonar: "Tiene múltiples y ricos sabores, pero a la vez contienen una serie de compuestos que generan adicción. Y hoy hay cada vez más reportes de que los efectos cardíacos y pulmonares son grandes", añadió.
Media sanción a una ley que lo regula
En Santa Fe, la Cámara de Diputados otorgó recientemente media sanción a un proyecto que amplía la ley antitabaco y por primera vez incorpora el uso del vapeo y los cigarrillos electrónicos dentro de las políticas de salud pública. Para San Dámaso, "esta ley es más que oportuna. Y no solo para evitar la venta de vapers a los menores, sino también para prohibir el vapeo en espacios cerrados, ya que el fumador pasivo también está expuesto".
La iniciativa prohíbe el uso de estos dispositivos en espacios cerrados, impide su venta a menores de 18 años, amplía la prohibición de publicidad y obliga a los Ministerios de Salud y Educación a realizar campañas de prevención. Además, reconoce la adicción al vapeo y al tabaco como una enfermedad que debe ser tratada en los sistemas de salud.
San Dámaso celebra que la norma avance, pero advierte que el daño ya está en curso: “Estamos viendo efectos de vapeo en jóvenes que todavía no tienen edad de haber fumado durante años. Es decir, los síntomas están apareciendo antes”, resume.
Qué le provoca al organismo
“A nivel pulmonar lo que genera este vapor, que es como una nebulización, es que las sustancias que emana se pegan en los alvéolos y los van dañando. El alvéolo es la unidad funcional del pulmón y al recibir nicotina y algunos metales pesados, puede generar enfisemas, Epoc, bronquitis crónicas y hasta neumonías agudas que pueden ser mortales”, enumeró el médico especialista en cardiología.
“A nivel cardíaco, genera aumento de la frecuencia cardíaca, de la presión, inflamación, mayor estrés oxidativo. Y todo eso deriva en el aumento de la insuficiencia cardíaca, anginas de pecho e infartos”, agregó.
El especialista destaca que los efectos del vapeo se manifiestan más rápido que los del cigarrillo común, algo que empieza a documentarse en estudios internacionales. “Estamos viendo que estos efectos vienen más acelerados que los que provoca el cigarrillo común, que son más a largo plazo. De hecho, hay reportes de contraste entre fumadores comunes y vapeadores que marcan que vapeadores de 20 años tienen menor capacidad de ejercicio que fumadores de 40 años. Los efectos parecen ser más rápidos.”
¿Sirven para dejar de fumar?
Aunque en algunos casos el cigarrillo electrónico se recomienda como una estrategia temporal para dejar de fumar, San Dámaso aclara que sólo es útil si realmente lleva a la cesación definitiva.
“En algunas guías de enfermedad vascular periférica, personas que tienen enfermedades en las arterias de las piernas, el cigarrillo electrónico está recomendado como paso previo a dejar de fumar, ya que el cigarrillo común es la causa principal de esas afecciones. Pero solo es eficiente si funciona y la persona logra dejar de fumar definitivamente: si no, hay que dejarlo de todos modos. Es una estrategia temporal, no permanente”, remarcó.
Los saborizantes, en el caso de los vapers, cumplen un papel clave en la adicción: “En general, lo que genera adicción al cigarrillo es la nicotina. Pero hay vapers con líquidos que no contienen nicotina e igual son difíciles de dejar porque el saborizante lo hace agradable. Y los saborizantes pueden llegar a tener ciertas sustancias que a largo plazo pueden ser cancerígenas: metales pesados que, al calentarse la resistencia, se pueden volatilizar e incorporan al cuerpo humano. Uno ve los componentes y es alarmante lo que tienen, no solo la nicotina”, sentenció.
Un desafío para el control sanitario
Aunque en nuestro país la ANMAT prohíbe la venta de vapeadores desde 2011, el cardiólogo explica que la aplicación práctica de esa norma es limitada. Por eso será importante que se haga respetar la ley santafesina una vez que salga de la Legislatura.
“Anmat prohíbe la venta, pero se trata de un organismo que regula y hace control de medicamentos antes de que los mismos lleguen a la farmacia. Acá habría que controlar de otra manera para que los vapers no lleguen al comercio donde se expenden, que no es la farmacia: y es imposible ir a cada negocio de electrónica a controlar. A lo sumo si te agarran te pueden llegar a multar, pero es muy difícil”, dijo.
Mientras las autoridades buscan mecanismos de regulación más efectivos, los profesionales de la salud alertan que la evidencia ya no deja lugar a dudas: el vapeo no es una alternativa segura y sus consecuencias ya se advierten. “Lo preocupante es que los efectos que antes veíamos en fumadores de larga data, ahora los vemos en chicos de veinte años”, resumió San Dámaso.



