Una típica frase del presidente Javier Milei, para referirse a diversos temas es: “No hay tal cosa como un almuerzo gratis. En la economía, como en la vida misma –asegura– podés hacer todo lo que quieras; lo que no podés es evitar pagar los costos”. Tras su disertación en la Asamblea General de Naciones Unidas, y luego del encuentro con Donald Trump –quien le aseguró respaldo, en plena crisis económico-financiera– el presidente Javier Milei, cerró su viaje a Nueva York con una reunión bilateral con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu. El encuentro reafirmó el alineamiento internacional del país, en relación con el conflicto Israel-Palestina, en consonancia con Estados Unidos y de espaldas a la mayoría de las naciones que reconocen al Estado Palestino. ¿A qué costo?
La situación en Gaza
Según Amnistía Internacional, en Gaza, el 58% de la población vive en situación de pobreza. El 54% de los habitantes padecen inseguridad alimentaria y más del 75% son beneficiarios de ayuda. El 35% de las tierras agrícolas y el 85% de sus aguas de pesca son total o parcialmente inaccesibles. Más del 90% del agua del acuífero de Gaza no es potable. Y alrededor de un tercio de los artículos de la lista de medicamentos esenciales están agotados.
El Estado de Israel existe porque una resolución de Naciones Unidas le concedió el derecho de existir. Pero al mismo tiempo, el Estado de Israel vulnera todas las resoluciones de esa misma organización que reconoció la legitimidad de su existencia.
Para comprender el origen del conflicto entre Israel y Palestina, hay que remontarse, por lo menos, 78 años, es decir hasta 1947, aunque su raíz data de varios siglos atrás. El caso encierra una triste paradoja. Por un lado, el Estado de Israel existe porque una resolución de Naciones Unidas le concedió el derecho de existir. Es el primer Estado moderno creado de esta forma. Pero al mismo tiempo, el Estado de Israel vulnera sistemáticamente todas las resoluciones de esa misma organización que le dio vida y que reconoció la legitimidad de su existencia.
Amnistía enfatiza en el hecho de que Israel representa a un pueblo que sufrió crímenes atroces. Sin embargo, años después, es responsable de vulneraciones constantes del derecho internacional y del sometimiento, represión y opresión (constitutivos de crímenes de guerra) contra otro pueblo marginado y repudiado: el palestino.
“Estamos atravesando un nuevo capítulo de un conflicto histórico que es por demás de complejo –señaló en diálogo con Rosario3, Ornela Fabbani, docente de la UNR, investigadora del Conicet y coordinadora del Departamento de Medio Oriente del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP)–; hace poco más de dos años, el 7 de octubre de 2023, Hamas llevó adelante un ataque contra el Estado de Israel que se caracterizó por una magnitud y un nivel de sofisticación que hasta entonces resultaba impensable. Fruto de la acometida de esta organización radical que dejó por saldo alrededor de 1200 muertes y la toma de unos 250 rehenes, Israel reclamó su derecho a la legítima defensa y dio inicio a una ofensiva sobre la Franja de Gaza que arroja terribles consecuencias humanitarias”.
Israel llevó a cabo esta guerra a un ritmo y con un nivel de devastación que supera los de cualquier otro conflicto reciente.
Esta guerra se cobró más de 64.000 vidas palestinas, mientras un importante porcentaje de la población gazatí integra la categoría de muertos, heridos, detenidos o desaparecidos. “En este marco –asegura– la campaña militar israelí en la Franja es referida como única en el siglo XXI, a partir de que Israel llevó a cabo esta guerra a un ritmo y con un nivel de devastación que supera los de cualquier otro conflicto reciente. Tal es así que la destrucción allí reinante se compara con la ocasionada por la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima”.
"Como consecuencia, los habitantes del enclave se vieron privados de servicios básicos y suministros vitales. Una situación crítica que no hizo más que empeorar a partir de la aplicación de un bloqueo al ingreso de ayuda humanitaria que duró meses y dejó a la población al borde de la muerte por inanición”, señala la investigadora.
El reconocimiento de los dos Estados
Esta semana, más países se sumaron a la posición de reconocimiento al Estado de Palestina, en medio del conflicto bélico de siglos con Israel.
Hoy son ya 148 de los 193 países de la ONU quienes lo reconocen. Once de ellos, lo han hecho en los últimos días, entre ellos Francia y Gran Bretaña, miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Estados Unidos (país al cual plegó su posición el Gobierno argentino) es el único de los cinco miembros permanentes que no reconoce a Palestina. China y Rusia ya lo hicieron en el pasado.
El reconocimiento se enmarca en la llamada solución de los dos Estados, que propone un Estado palestino independiente en Cisjordania y Gaza, con Jerusalén Este como capital, en pacífica coexistencia con Israel.
Por su parte, el presidente palestino, Mahmoud Abbas, exigió el fin de la anexión y los asentamientos de sus territorios, pero Netanyahu insistió en que “no habrá Estado palestino”. Y lo reafirmó este viernes en la Asamblea General, donde reivindicó su ofensiva militar.
“La solución de los dos Estados sería una solución deseable del conflicto, pero será sumamente difícil de implementar –advirtió– considerando que el Estado de Israel lejos está de tener interés de retirarse de loterritorios palestinos. No nos olvidemos que miembros de su gabinete de derecha llamaron a anexarse Gaza. Aún más, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, aseguró que ya tiene diálogos sobre la reconstrucción de la zona y que hay un plan de negocios para dicho enclave”.
Algunos analistas estiman que ante esta dificultad, es probable que el conflicto no se cierre y que persista en el tiempo. Sostienen que, aunque se lograra un “alto en fuego”, las demandas del pueblo palestino seguirán latentes y es bastante poco probable que obtengan respuesta favorable. Incluso, algunos mencionan la posibilidad de la creación de un Estado binacional, opción sobre la que recaen objeciones, ya que también es muy difícil que dos pueblos que se enfrentaron durante siglos estén dispuestos a ser parte de un mismo Estado.
La posición de Argentina frente al conflicto: ayer y hoy
Fabbani indica que históricamente, Argentina adoptó una postura equidistante frente al conflicto, que se inauguró el 29 de noviembre de 1947, cuando Naciones Unidas decidió llevar adelante una votación que marcaría el destino del pueblo palestino. En efecto, la Argentina se abstuvo a la hora de votar la resolución 181/11 de la Asamblea General que dispuso la partición del territorio de Palestina.
Al respecto, agrega que distintos especialistas se volcaron a estudiar los motivos que guiaron a Buenos Aires a asumir esa posición. De cualquier forma, más allá de cuáles fueron las motivaciones iniciales, tal posicionamiento dio puntapié a lo que, con el correr del tiempo, se convertiría en el patrón de equidistancia argentino que ha tenido preeminencia frente a la controversia.
En ese marco, explica que “tradicionalmente Argentina defendió el derecho de Israel a vivir en paz con fronteras seguras e internacionalmente reconocidas, así como también el derecho del pueblo palestino a conformar un Estado independiente, con territorio propio, ejerciendo su inalienable derecho a la autodeterminación”.
Hoy, en el marco de la situación de fuerte inestabilidad que se vivencia en la región de Medio Oriente, la postura del Gobierno argentino es otra. “A escasos días de haber asumido como presidente, Javier Milei tomó distancia de la postura adoptada por la administración precedente frente a la guerra entre Israel y Hamas, por considerarla “demasiado blanda”. De esta forma, en diciembre de 2023, Argentina se convirtió en uno de los 23 países que se abstuvieron cuando la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó una resolución que instaba a una tregua humanitaria.”
Luego, el presidente cumplió su compromiso de visitar Israel. Entonces, el primer mandatario destacó su apoyo a Tel Aviv contra los ataques de Hamas y reivindicó su derecho a la legítima defensa. “Milei reiteró, en su primer viaje a Israel como presidente, la promesa efectuada durante la campaña electoral: trasladar la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén, ciudad sagrada para las tres religiones monoteístas que Israel se anexó por ley en 1980”.
Es más, tras el ataque sufrido por Israel a manos de la República Islámica de Irán, Milei decidió regresar de una gira internacional para encabezar lo que se definió como un comité de crisis, en otro claro gesto político hacia su nuevo aliado. Entonces, a través de un comunicado de prensa de la presidencia de la Nación, se dio cuentas de un “compromiso inclaudicable con Tel Aviv”.
Finalmente, en el mes de junio último, el presidente realizó su segunda visita a Medio Oriente, donde, una vez más, el único destino que visitó fue Israel. Una vez allí, el mandatario argentino se convirtió en el primer presidente de la Argentina en dirigirse a la Knesset (órgano unicameral del Estado de Israel) donde anunció el traslado de la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén, y fijó como fecha el año 2026.
Estos son indicadores del alineamiento argentino con el Estado de Israel que muestran, sin lugar a dudas, que Argentina decidió dejar atrás la histórica política de equidistancia que el país supo cultivar frente al conflicto, posición que responde a un alineamiento acrítico al Estado de Israel.
Acción y reacción
Según la especialista, estas actitudes del Gobierno argentino evidencian que, lejos de la política de equidistancia y de cualquier interés de aportar a una solución del conflicto, el actual gobierno apuesta fuerte a profundizar sus vínculos con Israel, un actor con el cual el primer mandatario sostiene que comparte ideales, sin mencionar su evidente interés por la religión judía.
Lejos de sostenerse un discurso de paz, se adopta una posición favorable a una de las partes, en un conflicto histórico.
“Ni durante el gobierno de Carlos Menem, en una instancia en la que llegó a hablarse de relaciones carnales con los Estados Unidos, se llevó tan lejos el vínculo con Israel. La posición adoptada por la Argentina no encuentra precedente histórico. No solo eso, sino que, a su vez, la misma no resulta constructiva. Lejos de sostenerse un discurso de paz, se adopta una posición favorable a una de las partes en un conflicto histórico, caro a los sentimientos de dos importantes comunidades en la argentina: la árabe y la judía. Una disputa que hoy se encuentra en un momento álgido, que se cobró miles de vidas y mientras existe otro problema aún no resuelto: el de los cautivos”.
A raíz de los dichos y acciones del presidente, se registraron roces tanto con la Liga Árabe como con la Organización de la Conferencia Islámica.
A partir de su posicionamiento, Argentina se ubica “en la vereda de enfrente de gran parte de los países tanto de nuestra región como de la comunidad internacional”, los cuales a través de distintas acciones –consultas a embajadores, ruptura de relaciones diplomáticas, revisión de acuerdos, presentación de demandas ante la Corte Internacional de Justicia, reconocimiento del Estado Palestino– “intentan presionar a Israel para frenar lo que una Comisión Independiente de Naciones Unidas definió como genocidio”.
Aún más, la investigadora afirma que “a raíz de los dichos y acciones del presidente, se registraron roces tanto con la Liga Árabe como con la Organización de la Conferencia Islámica. Ello sin mencionar que, en línea con el referido alineamiento acrítico, el voto de Argentina en contra de la Declaración de la Asamblea General de la ONU, sobre la solución al conflicto Israel-Palestina bajo la fórmula de dos estados, del 12 de septiembre de 2025, atenta contra el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas al reconocer la ocupación militar extranjera por parte de una potencia colonial”.
El almuerzo
El viaje del presidente Javier Milei a Estados Unidos, le fue útil para obtener, además de un espaldarazo exterior, en medio de la mayor crisis política del equipo de Gobierno desde diciembre de 2023, algunas fotos que le eran necesarias: el almuerzo servido.
Cuando falta menos de un mes para las elecciones legislativas de medio término en Argentina, tras la dura derrota sufrida por el oficialismo en el mayor distrito electoral del país, provincia de Buenos Aires, que hizo temblar los mercados; en un escenario de apremio económico para gran parte de la población, pérdida de reservas del Banco Central y a escasos tres meses del primer vencimiento de deuda de 2026 (USD 4.200 millones en enero próximo), conseguir la amable foto del almuerzo servido, con el swap sobre el mantel, descomprimió la fachada.
Sin embargo, como el mismo mandatario afirma siempre sin dudar: “No hay tal cosa como un almuerzo gratis. En la economía, como en la vida misma uno puede hacer todo lo que quiera; lo que no se puede es evitar pagar los costos”. ¿Quién seguirá sentado a la mesa cuando llegue la adición?
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