Una "Niña" presente: se avizoran menos lluvias para el final del año y el inicio de 2026

Un nuevo informe de la Universidad de Columbia confirma que el clima está bajo condiciones La Niña, pero con una intensidad muy baja. ¿Qué se proyecta a partir de enero?

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Durante buena parte de 2025, la campaña agrícola argentina se vio beneficiada por lluvias frecuentes y bien distribuidas, lo que permitió mantener reservas de humedad en los suelos. Sin embargo —según los más recientes análisis del International Research Institute for Climate and Society (IRI) y de la Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA)— el panorama podría modificarse en las próximas semanas. 

El informe de noviembre 2025 del IRI señala que la región del Pacífico ecuatorial denominada Niño 3.4 mantiene temperaturas superficiales del mar por debajo del promedio, en línea con un estado de La Niña, aunque calificado como “débil”. La ORA, en su último reporte semanal, advierte que a pesar de esta fase del ENSO, los excesos hídricos actuales podrían comenzar a revertirse. 

Expertos como el meteorólogo citado como Ignacio López Amorín —referido en informes recientes del sector— recuerdan que la atmósfera suele demorar unos tres meses en “responder” a cambios oceánicos, lo que explica por qué aún se registran lluvias pese a la activación de La Niña. No obstante, históricamente en Argentina las primaveras bajo La Niña tienden a ser secas, lo que genera preocupación de cara a los próximos meses.

En algunas zonas agrícolas, ya se registra una transición: suelos que hasta hace poco mostraban excesos pasan a tener reservas de humedad “adecuadas” o “óptimas”, pero otras regiones —por ejemplo el oeste de Córdoba— ya presentan condiciones de humedad escasa, con déficit en el primer metro de profundidad. 

Además, los avances de siembra de maíz muestran una leve desaceleración con respecto al año pasado: en la provincia de Buenos Aires esa demora se hace evidente, con un 55 % de la superficie implantada frente al 62 % a igual semana de la campaña anterior.

Este cambio de tendencia sugiere que los productores deberían prepararse para un escenario más seco hacia el verano, con una gestión cuidadosa del uso del suelo y de agua residual, y considerar estrategias de manejo conservacionista.

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