Nike en la lona: ¿Se terminó la magia? Desglosamos las finanzas del gigante tras su histórica caída en la bolsa

Con una valuación exigente y un crecimiento estancado, Nike enfrenta su mayor desafío. Te mostramos qué dice el gráfico sobre su posible piso, cuáles son las resistencias a vencer y los datos fundamentales que todo inversor debe conocer antes de decidir

     Comentarios
     Comentarios

En el universo de las inversiones, pocas cosas son tan atrapantes como la historia de un gigante caído. Hablamos de esas marcas que no solo definen una industria, sino que se entrelazan con la cultura popular, nombres que resuenan en cada rincón del planeta y que, por un momento, parecen invencibles. Sin embargo, los mercados financieros tienen una memoria corta y una paciencia aún más limitada. Cuando el brillo de los resultados trimestrales se opaca y la narrativa de crecimiento imparable se resquebraja, hasta los titanes pueden arrodillarse. Este es el escenario que hoy envuelve a Nike (NYSE: NKE), un ícono global cuyo valor en bolsa ha sufrido un golpe formidable, planteando una de las disyuntivas más clásicas para cualquier inversor: ¿estamos frente a una oportunidad histórica o ante una trampa de valor?

La cruda realidad de los números es elocuente. La acción, que en su momento de gloria en 2021 llegó a cotizar por encima de los 179 dólares, hoy lucha por mantenerse a flote en una zona de precios que no se veía en años, registrando una caída acumulada que supera el 60% desde su máximo histórico. Este desplome no es fruto de un mal día o una noticia aislada, sino el resultado de un deterioro prolongado en la confianza del mercado. Los últimos informes de la compañía han encendido las alarmas, mostrando un retroceso en los ingresos y una compresión en los márgenes de ganancia. Factores como una demanda debilitada en mercados cruciales como Norteamérica y China, sumados a un exceso de inventario y tropiezos en su estrategia de venta directa al consumidor, han pintado un panorama complejo. A pesar de todo, es innegable que Nike sigue siendo el líder indiscutido de su segmento, una posición de dominio que es el ancla de la tesis alcista.

Al sumergirse en las finanzas de la empresa, la dualidad se hace aún más evidente. Con una capitalización de mercado que ronda los 101.800 millones de dólares, sigue siendo un coloso, pero uno que ha visto evaporarse más del 40% de su valor desde 2021. La métrica más observada, el ratio Precio/Beneficio (P/E), se sitúa en un exigente 35.3x. En criollo, esto significa que se están pagando más de 35 dólares por cada dólar de ganancia que la empresa genera anualmente. Este es un múltiplo elevado, especialmente si se considera que sus beneficios por acción (EPS) han caído a un ritmo del 11.67% anual en los últimos tres años. Aunque el Forward P/E, que mira las expectativas futuras, mejora a 27.7x, sigue estando por encima del promedio del sector, que se ubica en torno a 22x. Otro indicador, el ratio PEG, que contrasta el P/E con el crecimiento esperado, arroja un valor de 3.06, sugiriendo una sobrevaloración si la empresa no logra acelerar su crecimiento de forma contundente.

Sin embargo, no todo es negativo en el balance. Nike demuestra una salud operativa interna que muchos de sus competidores envidiarían. Su Retorno sobre el Patrimonio (ROE) es de un sólido 21.12%, y su Retorno sobre el Capital Invertido (ROIC) alcanza un respetable 12.05%. Estos indicadores son cruciales porque demuestran que la gerencia es eficiente a la hora de generar ganancias con los recursos que tiene a su disposición. Además, su nivel de endeudamiento es moderado, con un ratio Deuda/Patrimonio de 0.82, lo que le da flexibilidad financiera para navegar la tormenta. Incluso ofrece un dividendo del 2.3% anual, una pequeña retribución a la paciencia de los accionistas, aunque el hecho de que destine el 72% de sus ganancias a pagarlo (payout ratio) podría ser una luz de alerta si la rentabilidad no repunta.

El veredicto del gráfico: Entre el soporte y la resistencia

Si los fundamentos nos cuentan la historia de qué está pasando con el negocio, el análisis técnico nos ofrece una radiografía de la psicología del mercado, el cómo y el cuándo de los movimientos de precios. El gráfico semanal de Nike narra una historia de un prolongado "invierno bursátil". Desde finales de 2021, el precio se ha movido dentro de un prolijo canal bajista, una estructura técnica definida por una sucesión de máximos y mínimos cada vez más bajos, que refleja el pesimismo reinante. Cada intento de rebote ha sido sofocado, y la tendencia principal ha sido, inequívocamente, a la baja. Sin embargo, en las últimas semanas, han comenzado a aparecer señales sutiles que sugieren un posible agotamiento de esta fuerza vendedora.

Actualmente, el precio está librando una batalla crucial en la zona de USD 68-70, un nivel que está actuando como soporte inmediato. En el análisis técnico, un soporte es como un piso donde la demanda se activa y frena las caídas. La estabilidad del precio en esta área, junto a una volatilidad decreciente medida por el indicador ATR (Average True Range), insinúa que la presión vendedora podría estar perdiendo impulso.

Por debajo de este nivel, el próximo soporte de relevancia estructural se encuentra en los mínimos de 2022, cerca de los USD 52. Por el contrario, el camino hacia arriba está plagado de obstáculos. La resistencia más fuerte se ubica en los USD 82, un nivel doblemente importante: allí no solo se encuentra la media móvil de 100 semanas (SMA100), sino que también pasa el techo del canal bajista. Una ruptura confirmada por encima de esa zona sería una señal técnica muy potente de un posible cambio de tendencia.

Los indicadores técnicos añaden matices a este escenario. El precio cotiza por debajo de sus principales medias móviles (de 20, 50 y 200 períodos), lo que confirma el sesgo bajista de corto y mediano plazo. No obstante, el Índice de Fuerza Relativa (RSI), un oscilador que mide la velocidad y la magnitud de los cambios de precios, se encuentra en 37.6, una zona de sobreventa moderada. Más interesante aún es la aparición de una potencial divergencia positiva: mientras el precio amenaza con hacer nuevos mínimos, el RSI no lo acompaña, lo que podría interpretarse como una señal de que la tendencia bajista está perdiendo fuerza desde adentro. 

El desafío estratégico y la mirada a futuro

La encrucijada para Nike es monumental y combina desafíos internos con un entorno macroeconómico global incierto. El problema del exceso de inventarios, que la ha forzado a aplicar descuentos agresivos erosionando sus márgenes de ganancia —actualmente en un 6.9%, muy por debajo de su promedio histórico del 12-14%—, es una consecuencia directa de haber calculado mal la demanda post-pandemia. A esto se suma la complejidad de su transición hacia un modelo de venta más directo al consumidor (D2C), un movimiento estratégico que busca mayor control sobre la marca y mejores márgenes a largo plazo, pero que en el corto plazo ha generado fricciones y problemas de ejecución en su canal digital. La competencia, por otro lado, no da tregua, con rivales históricos como Adidas y nuevas marcas ágiles como Hoka o On Running ganando terreno y capturando la atención de nuevos segmentos de consumidores.

Desde la perspectiva del inversor, la situación exige una evaluación cuidadosa del riesgo y la recompensa. El Beta de la acción, de 1.30, indica que es ligeramente más volátil que el mercado en general, representado por el S&P 500. Esto significa que, en un escenario de recuperación del mercado, Nike podría rebotar con más fuerza, pero también podría caer más profundo si el sentimiento se vuelve negativo. Warren Buffett, en una de sus célebres reflexiones, afirmó: "Es mucho mejor comprar una compañía maravillosa a un precio justo que una compañía justa a un precio maravilloso". La discusión que hoy divide a Wall Street se centra precisamente en esa frase. ¿Sigue siendo Nike una "compañía maravillosa" a pesar de sus problemas actuales? Y si lo es, ¿es el precio actual un "precio justo" que compensa los riesgos evidentes?

El futuro de la cotización dependerá de la capacidad del equipo directivo para ejecutar un plan de reestructuración convincente. Deberán demostrar que pueden limpiar sus inventarios sin destruir sus márgenes, revitalizar la innovación en sus productos para reconectar con los consumidores y, fundamentalmente, reencauzar la senda del crecimiento en sus mercados clave. El escenario técnico sugiere que una base podría estar formándose, pero cualquier rebote sostenible necesitará ser validado por una mejora tangible en los datos fundamentales. La historia de Nike se encuentra en un punto de inflexión. El mercado ha emitido un voto de desconfianza, castigando duramente la acción. Ahora la pelota está en el campo de la empresa, que debe demostrar si el "Just Do It" que la hizo famosa sigue siendo el lema que guía su estrategia corporativa o si se ha convertido simplemente en un recuerdo de glorias pasadas.

Comentarios