El día comenzó bajo un manto de escepticismo: a solo semanas de finalizar el año, crece la preocupación por la capacidad del BCRA de sumar las reservas comprometidas con el FMI, condición clave para acceder al crédito extra de US$ 1.000 millones previsto como incentivo. Operadores del mercado consideran cada vez más improbable que la meta se cumpla, lo que dejaría a la Argentina sin un refuerzo financiero esencial para enfrentar futuros shocks.
Con el correr de las horas, surgió un rumor que tomó fuerza: los avances en un Repo con cinco grandes bancos internacionales —JP Morgan, Citi, Santander, Goldman Sachs y Bank of America— en negociaciones bajo el paraguas del Tesoro de EE.UU. Hasta días atrás se mencionaba un monto de US$ 5.000 millones a una tasa cercana al 9% anual; ahora, fuentes del mercado sostienen que el número podría ser mayor, lo que alteraría drásticamente el panorama financiero inmediato.
De concretarse, el ministro Luis Caputo podría ejecutar una jugada determinante: asegurar el pago de los bonos Bonares y Globales del 9 de enero y, además, destinar parte del financiamiento a una recompra estratégica de títulos 2029 y 2030. Esa operación anticiparía capacidad de pago y reforzaría la percepción de solvencia frente a una licitación de deuda en pesos que ronda los $40 billones.
Mientras tanto, en el sistema financiero crece el malhumor del gobierno por la respuesta de los bancos a la baja de tasas: Caputo y Bausili redujeron encajes, liberó pesos y desplomó la tasa de política monetaria para reactivar el crédito, pero las entidades solo ajustaron a la baja lo que pagan por plazos fijos, sin trasladar el alivio a los préstamos. Esto frena la actividad económica y profundiza la caída real de la recaudación registrada en noviembre.
Los depósitos en pesos siguen retrocediendo frente a la inflación, mientras que los depósitos en dólares alcanzan un nuevo récord, en medio de expectativas crecientes de que el Gobierno elimine las bandas cambiarias y permita la flotación del dólar, lo que facilitaría la acumulación de reservas.
En el plano internacional, la volatilidad alcanzó niveles extremos. Falta una semana para que Jerome Powell defina si la Fed vuelve a bajar su tasa, mientras Japón altera radicalmente su política monetaria y sacude el masivo carry trade basado en el yen. La presión política de Donald Trump, que pidió a Scott Bessent desplazar a Powell, intensificó el nerviosismo y provocó caídas en los bonos de la Reserva Federal, con subas en los rendimientos.
En el mercado local, el dólar oficial cerró en $1.478,72 con una suba moderada, mientras el blue se mantuvo en $1.445. El MEP avanzó a $1.482,17 y el CCL retrocedió a $1.557,21. Los bonos argentinos subieron 0,4% por expectativas de pago, pero la Bolsa porteña cayó 0,6%, con los ADR mostrando movimientos mixtos.
En los mercados de granos, el maíz y el trigo subieron en Chicago, mientras la soja retrocedió. En Rosario, con productores reacios a vender, hubo mejoras en el trigo, el maíz y el girasol. En el frente cripto, el Bitcoin protagonizó un violento rebote del 8,4% tras una ola de liquidaciones apalancadas, arrastrando al resto de los activos digitales.
Finalmente, la región vive una creciente preocupación por la continuidad de los puestos de trabajo. Dirigentes gremiales reconocen un aumento de despidos desde las elecciones y un nuevo fenómeno de “no protesta”, donde empresas y trabajadores evitan conflictos abiertos ante un contexto sin herramientas como el Repro. Las negociaciones actuales incluyen flexibilización de aportes o habilitación de importaciones para evitar recortes, pero no logran disipar el temor de un deterioro mayor en el mercado laboral.

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