En un momento donde la economía argentina parece querer barajar y dar de nuevo, la única brújula que marca el norte es la productividad, especialmente ahora que el viejo truco de la licuación por inflación comienza a desvanecerse y deja a las empresas a la intemperie, cara a cara con su propia eficiencia. Esta fue una de las ideas más potentes que sobrevoló la reciente edición de Experiencia IDEA Rosario, el encuentro que reunió a más de 450 referentes del mundo empresario y público en la Bolsa de Comercio de Rosario para debatir sin eufemismos sobre los desafíos que enfrenta la Región Centro, un verdadero motor productivo del país.
“en un país que empieza a bajar la inflación todo el beneficio de licuación por inflación y de brecha cambiaria desaparece. Y cuando desaparece lo único que nos queda es la productividad” afirmó el economista Fernando Marengo
El debate, titulado “Desafíos hoy: productividad y eficiencia”, puso sobre la mesa las inquietudes y las hojas de ruta de sectores tan diversos como la agroindustria, la energía, la minería y la industria automotriz. En este marco, Fernando Marengo, jefe de Economía de BlackTORO, dejó una sentencia que caló hondo en el auditorio: “en un país que empieza a bajar la inflación todo el beneficio de licuación por inflación y de brecha cambiaria desaparece. Y cuando desaparece lo único que nos queda es la productividad”. Una afirmación que funciona como un llamado de atención para toda la cadena de valor, desde el campo hasta la góndola y desde el taller hasta la terminal portuaria. Según el economista, el escenario global no ayuda a despejar el horizonte, ya que “nunca la incertidumbre estuvo en un nivel tan elevado”. Con un mundo que “va a crecer un poco menos”, tasas de interés que suben en las economías desarrolladas y un mercado de alimentos que muestra una tendencia de caída en los precios, la única salida parece ser mirar para adentro y optimizar los procesos.
Este replanteo estratégico encuentra eco en la visión política regional. Durante el encuentro, los gobernadores de las dos provincias más potentes del interior productivo, Martín Llaryora de Córdoba y Maximiliano Pullaro de Santa Fe, compartieron un diagnóstico similar. “Se abre en la Argentina una etapa nueva, donde todos tenemos que ser parte. Tenemos que salir de los dos polos en los que estamos presos”, afirmó Llaryora, quien insistió en que “las discusiones se tienen que dar conociendo la capacidad del interior”. Para el mandatario cordobés, de nada sirve un plan macroeconómico que no pise el barro de la realidad productiva. “Necesitamos un modelo que nivele la macro, pero que entienda que la micro es importante para el crecimiento y el trabajo”, sentenció, poniendo como ejemplo un problema que resuena en cada rincón del interior: la logística. “En Córdoba tenemos tasa cero para la industria y después el costo de la logística te deja afuera”, un claro indicio de que la competitividad se juega también en las rutas y los puertos, como la demorada obra de la Hidrovía.
“Necesitamos un modelo que nivele la macro, pero que entienda que la micro es importante para el crecimiento y el trabajo” Martín Llaryora - Gobernador de Córdoba
A su lado, Maximiliano Pullaro reforzó la idea de que el país necesita cambiar su perspectiva y dejar de ver a las provincias productivas simplemente como una caja recaudadora. “Lo siguen viendo como la gallina de los huevos de oro”, lamentó el gobernador de Santa Fe. Su propuesta es mostrar con hechos que otra forma de gestionar es posible: “Queremos mostrar que es posible tener un Estado eficiente, que puede bajar los gastos, puede hacer lo que tiene que hacer más allá de pagar costos políticos”. Un mensaje que apunta directamente a la necesidad de un federalismo real, que distribuya no solo recursos, sino también oportunidades.
Desde el sector privado, la sintonía fue total, aunque con matices y reclamos puntuales. La palabra competitividad se repitió como un mantra, y los líderes empresarios no dudaron en señalar los obstáculos que, como piedras en el zapato, frenan el potencial argentino. Uno de los puntos más álgidos fue, sin dudas, la presión impositiva. Pablo Sibilla, presidente y CEO de Renault Argentina, lo explicó con una simpleza abrumadora: “Cuando exportamos, sumamos 13% de impuestos a nuestros clientes y los autos de México tienen 0% cuando vienen a la Argentina”. El ejemplo desnuda una realidad insostenible y deja en evidencia por qué es tan difícil competir en el mercado global. “Para que la Argentina sea competitiva tenemos que trabajar en la carga impositiva”, concluyó.
El agro, pilar fundamental de la economía regional, también levantó la voz. Alfonso Romero, director Ejecutivo Cono Sur de COFCO Internacional, aclaró que el debate va más allá del gravamen más conocido. “Nuestra discusión no son solo los derechos de exportación; hay una serie de pequeños derechos de exportación intermedios invisibles que hacen que la Argentina se separe de los precios internacionales”, detalló. Esos costos ocultos son los que, centavo a centavo, le restan rentabilidad al productor y competitividad al país. Por eso, celebró que “una baja de derechos es muy bienvenida porque devuelve competitividad al sector”.
La estabilización de las variables macroeconómicas, aunque incipiente, ya genera un cambio de aire. Carlos Ormachea, presidente de la Cámara de Exploración y Producción de Hidrocarburos (CEPH), lo describió como un antes y un después para proyectos de la envergadura de Vaca Muerta. “Es un proyecto de país. Un recurso gigante de clase mundial y tenemos una cadena de valor instalada con la capacidad de hacer los desarrollos que se necesitan”, aseguró. El ordenamiento macro, explicó, fue clave. “Tener precios fijados por el mercado y poder exportar son dos cosas que antes no teníamos y ahora está funcionando. Este ordenamiento permitió una reconexión de la argentina con el mundo para financiar inversiones”.
Esta misma visión fue compartida por Sofia Vago, CEO de Accenture Argentina, quien representa a la pujante industria del conocimiento, ya consolidada como el cuarto complejo exportador del país. Para ella, la previsibilidad es el bien más preciado. “La macro estabilizada cambia muchísimo. Las reglas, poder planificar a largo plazo y conservar las decisiones es importante”, afirmó. Sin embargo, Vago puso el foco en un desafío que trasciende cualquier coyuntura: la educación. “Esa es la inversión de largo plazo que tenemos que entender”, subrayó, marcando la necesidad de repensar la formación del capital humano para los trabajos del futuro.
“La macro estabilizada cambia muchísimo. Las reglas, poder planificar a largo plazo y conservar las decisiones es importante”, afirmó Sofia Vago, CEO de Accenture Argentina
En un mundo que cambia a una velocidad vertiginosa, la innovación dejó de ser una opción para convertirse en una cuestión de supervivencia. Delfín Uranga, CEO y cofundador de SiloReal, una plataforma que digitaliza activos del agro, lo expresó de manera contundente: “La innovación no es una expresión de deseo, es una obligación”. Uranga introdujo un concepto que define el temor de esta era: FOBO, o Fear of Becoming Obsolete, el miedo a quedar obsoleto. Es el pánico a que nuestro modelo de negocio, nuestro producto o nuestras habilidades queden desactualizados por un avance tecnológico que no vimos venir. Es lo que siente un taxista ante la llegada de las apps de movilidad o un comercio tradicional frente al avance del e-commerce. Para Uranga, en Argentina tenemos una ventaja adaptativa: “tenemos cultura emprendedora innata porque el país nos obliga a una resiliencia continua”.
Hugo Menzella, cofundador de Keclon, una empresa de base científica que produce enzimas, aportó una mirada disruptiva sobre cómo materializar esa innovación. “La Argentina tiene un sistema científico de altísima calidad, pero el impacto es muy bajo”, diagnosticó. El problema, según él, es que “a la ciencia y tecnología les falta la conexión ente las dos”. Su propuesta es pragmática y busca resultados a corto plazo: “Hay una gran oportunidad en la tecnificación de las empresas, insertar gente ahí que mejore sus sistemas los haga más competitivos. Eso va a dar un retorno más rápido que crear una startup”. Una idea que invita a mirar el talento que ya tenemos y a conectarlo con las necesidades concretas del tejido productivo.
“Hay una gran oportunidad en la tecnificación de las empresas, insertar gente ahí que mejore sus sistemas los haga más competitivos. Eso va a dar un retorno más rápido que crear una startup” afirmó Hugo Menzella, cofundador de Keclon
Este escenario de transformación no solo afecta a las empresas, sino también a la sociedad en su conjunto. Pablo Knopoff, cofundador de la consultora Isonomía, dibujó el perfil del nuevo ciudadano, al que bautizó “homo streaming”. Se trata de un individuo que, al igual que elige qué serie ver en una plataforma, “controla la información, que elije, que tiene menos intermediación”. Es un consumidor y un ciudadano empoderado, que desconfía de las estructuras tradicionales y exige transparencia y personalización. “Tenemos sociedades cada vez más poderosas”, advirtió Knopoff, un dato no menor para cualquier empresa que quiera vender un producto o construir una marca en el siglo XXI.
Al cierre de la jornada, Luciana Paoletti, directora Ejecutiva de IDEA, dejó claro que estas discusiones son solo el comienzo. Adelantó que el próximo Coloquio de IDEA en Mar del Plata seguirá profundizando estos ejes bajo el lema "Juega Argentina". Se volverá a “hablar de competitividad, poniendo foco en lo que se avanzó en los últimos meses y en lo que aún queda por hacer”. También se abordarán temas cruciales como “el empleo y la agenda fiscal, desde el gasto como desde los impuestos”. La intención es clara: insistir en la “importancia de eliminar tributos distorsivos, simplificar el sistema y garantizar su sostenibilidad”,

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