La erupción de un volcán oculto podría tener efectos devastadores a nivel global, desde cambios climáticos hasta hambrunas y grandes trastornos sociales. Un experto británico advierte que la falta de monitoreo y preparación en regiones como América Latina, el Sudeste Asiático y África puede desencadenar catástrofes humanitarias y ambientales sin precedentes.
Un estudio publicado en el sitio especializado The Conversation por el profesor Mike Cassidy, vulcanólogo de la Universidad de Birmingham, destacó la importancia de prestar atención a los volcanes ocultos que parecen inactivos y no se monitorean. Según Cassidy, estos volcanes "entran en erupción con más frecuencia de lo que la mayoría de la gente cree" y pueden tener efectos devastadores a nivel global.
La erupción del volcán mexicano El Chichón en 1982 es un ejemplo claro de la amenaza que representan estos volcanes. Después de permanecer inactivo durante siglos, el volcán explotó, provocando la muerte de 2.000 personas y desplazando a 20.000. Además, la erupción causó una sequía extrema en Etiopía y África Oriental, contribuyendo a la hambruna que mató al menos a un millón de personas.
A pesar de la evidencia, menos de la mitad de los volcanes activos son monitoreados, y la mayor parte de la investigación científica se centra en los grandes nombres. Cassidy afirma que "hay más estudios publicados sobre un solo volcán (el Monte Etna) que sobre los 160 volcanes de Indonesia, Filipinas y Vanuatu juntos".
El experto atribuye el fenómeno a un sesgo humano, según el cual la gente tiende a asumir que un volcán que no entra en erupción durante generaciones permanecerá inactivo en el futuro. Sin embargo, Cassidy advierte que "tres cuartas partes de las grandes erupciones (como El Chichón y mayores) provienen de volcanes que han estado inactivos durante al menos 100 años".
Para mitigar esta amenaza, Cassidy recomendó desviar la atención hacia América Latina, el Sudeste Asiático, África y el Pacífico, donde millones de personas viven cerca de volcanes que apenas tienen registro de actividad. "Aquí es donde residen los mayores riesgos y donde incluso inversiones modestas en monitoreo, alerta temprana y preparación comunitaria podrían salvar la mayor cantidad de vidas", declaró el experto.



